Artículos de Opinión

Impresiones después de la Haya.

El fallo de la Corte nos deja una sensación de desconcierto. Asegurábamos que la demanda boliviana no tenía fundamento. Ahora, el principal tribunal mundial, ha decidido que tiene competencia.

El fallo de la Corte nos deja una sensación de desconcierto. Asegurábamos que la demanda boliviana no tenía fundamento. Ahora, el principal tribunal mundial, ha decidido que tiene competencia, porque existe una controversia entre ambos países. Inclusive ha descartado que sólo tenga jurisdicción respecto a los actos unilaterales u ofrecimientos chilenos a Bolivia, posteriores al Pacto de Bogotá de 1948, no aplicando su artículo VI, que excluye asuntos previos ya resueltos; sino el XXXI, es decir, para todo diferendo, ampliando sus atribuciones. Con ello, desestima el principal argumento chileno. En esta etapa preliminar de incompetencia, ciertamente no entró a decidir el fondo, y únicamente verá, de forma acotada, si existe la obligación de negociar una salida con soberanía al mar para Bolivia por parte de Chile. Vale decir, no examinará ni modificará el Tratado de Límites de 1904 vigente, ni impondrá a dichas negociaciones su resultado, si las acuerda.

El juicio principal proseguirá por algunos años. Como lo fue con Perú, será largo, caro y lleno de opiniones que pretenderán anticiparlo. Sin olvidar que, en el caso del Presidente Evo Morales, incrementará su agresiva campaña contra Chile, tanto interna como externa. Además de anunciar una victoria anticipada, alejará todavía más, toda posibilidad de entendimiento con Chile, ya que deberíamos dejar el caso sólo radicado en el Tribunal de La Haya, sin abrir diálogos paralelos.

Que era posible visualizar un resultado parecido, siempre fue real. Por sobre las reiteradas afirmaciones de tantas autoridades, parlamentarios, agentes, políticos, expertos y opinantes; que nos aseguraban la total incompetencia de la Corte, porque nos amparaba el Tratado de Límites de 1904, las fechas del Pacto de Bogotá y el Derecho Internacional de siempre. Ahora, dicen que nunca lo sostuvieron y que lo anticiparon. Los pocos que desde un principio no fuimos optimistas, quedamos olvidados. Invito al lector a revisar mis anteriores artículos, para ver que no era necesario ser adivino.

Pero no importa, lo verdaderamente esencial es el porqué hemos tenido este resultado. Se asegura que la Corte se politizó, que falla como Salomón, que Chile le es antipático. Nos contentamos que la Corte no obliga a Chile a ceder nada de su territorio. No existe Corte ni Tribunal alguno que altere o invalide un Tratado de Límites vigente. Tampoco el que imponga resultados en una negociación. Todo eso es cierto y nunca se arriesgó, aunque se muestre hoy como un logro nuestro. Dependerá de la sentencia final, todavía desconocida, únicamente si negociar una salida al mar a Bolivia, será obligatoria o seguirá dependiendo de nuestra soberana voluntad.

Tal vez escuchemos exigencias como abandonar la Jurisdicción de la Corte -no contemplada por la Carta de las Naciones Unidas pues es su Órgano Jurídico Principal- y otra cosa es su competencia para cada caso. Abandonar el caso, aunque la Corte continuaría igual el pleito sin Chile, pues se ha declarado competente. O se insistirá en denunciar el Pacto de Bogotá –que no incide en este Juicio que prosigue y sólo para otros eventuales- una decisión que tendrá que meditarse por sus implicancias políticas y jurídicas. Parecen reacciones exageradas. Se asegura que Chile no ha perdido territorios ni nada. Cierto, porque no estamos en el juicio de fondo, y en éste la controversia ha sido delimitada.

¿Y porqué seguimos pleiteando? Las razones de fondo, están en que el Derecho Internacional, como todo derecho, ha evolucionado. Ya no es el de las normas rígidas, inmutables para lo acordado que debe cumplirse. Ahora hay nuevos elementos, que atienden el interés general de la comunidad internacional, por sobre el exclusivo de cada Estado. La Corte ha ampliado su jurisdicción. Queda evidenciada en las votaciones de 14 a 2 de sus Jueces, que priorizan la paz y seguridad internacionales, la justicia, y la solución jurídica de toda controversia, por sobre las posturas particulares de cada país litigante. Ejemplos de ello, los encontramos en los últimos fallos, y en el que ahora comentamos.

Desde hace algunos años -como en la sentencia con Perú de enero del 2014- se ha reflejado la tendencia a lograr mayores equilibrios equitativos, donde una parte no obtiene todo a expensas de la otra, ni la Corte se autoexcluye, pues es dueña de su competencia. Los Jueces representan los distintos sistemas jurídicos del mundo, y son elegidos por Naciones Unidas, políticamente como en toda elección de sus órganos. Se votan por consideraciones no sólo jurídicas. Sentencian según el Derecho Internacional, pero el actual, evolucionado en muchos aspectos que deberemos considerar de una vez por todas, para no seguir sorprendidos por sus fallos, ni sostener falsas expectativas de triunfo, que por desgracia no se han cumplido (Santiago, 28 septiembre 2015)

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