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Significado de la frase que le decía Hannibal Lecter a la agente del FBI: “Quid pro quo, Clarice, quid pro quo”.

Estos viejos dichos romanos están tan vigentes como antaño lo estuvieron con los romanos, los padres de nuestro actual derecho.

15 de mayo de 2017

En una columna publicada recientemente, el periodista español Carlos Berbell nos hace recordar la escena de la película “El silencio de los corderos” en la que la agente Clarice Starling, del FBI -interpretada por Jodie Foster– acude a prisión a pedir la ayuda del asesino en serie caníbal, y doctor, Hannibal Lecter -al que da vida Anthony Hopkins- para resolver un caso de asesinato.
A través de un cristal, Lecter asiente a la petición, pero con condiciones: “quid pro quo, Clarice, quid pro quo. Yo te cuento cosas y tú me cuentas cosas”.
El columnista explica que “quid pro quo” es una norma de convivencia y reciprocidad que aprendieron hace siglos los romanos y que nosotros utilizamos habitualmente en nuestras relaciones personales, afectivas, sociales o judiciales, es lo que popularmente se conoce como intercambio de favores, indica.
A continuación señala que el “quid pro quo” se emplea especialmente en los países anglosajones, mientras en Europa se utiliza una expresión similar “do ut des”.
Esto es, según el periodista, para designar la reciprocidad en algunas transacciones legales y comerciales como contratos y acuerdos recíprocos. Viene a ser algo así como “doy para que me des”, es decir, te doy algo a cambio de algo.
Enseguida, el periodista afirma que en derecho civil, social, mercantil y también en los asuntos de familia, es muy frecuente el uso del “do ut des”. Así, añade, se hace realidad una frase muy extendida entre los juristas que afirma “que siempre es mejor un buen pacto que un mal pleito”.
Dicho lo anterior, a juicio de Berbell, “quid pro quo” como el “do ut des” son parte de la esencia de la vida en sociedad, y es que la mayor parte de nuestros actos se rigen precisamente por esto: te doy algo, pero si tu colaboras a su vez, es el punto de equilibrio que responde a los principios generales de cualquier pacto o negociación.
Finalmente, concluye que estos conceptos utilizados hacen que las relaciones humanas, y por ende la sociedad, avancen, ya que vivimos en un mundo donde estos pequeños intercambios de favores son el motor de la existencia. Casi nadie da nada por nada, todo se negocia, se pacta.

 

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