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Técnicas para mitigar el miedo.

El abogado ante el temor escénico en juicio.

El abogado español Oscar Fernández León aborda un examen general de la conocida como «barrera del miedo» del orador, centrándose en las posibles técnicas que pueden ayudar a desempeñar adecuadamente la labor en sala minimizando sus efectos.

10 de febrero de 2017

En una columna publicada recientemente, el abogado español Òscar Fernández León señala que el temor escénico constituye una respuesta intensa de nuestro organismo como consecuencia del pensamiento anticipatorio de una próxima intervención en público.
El escritor recomienda educar y dominar dicha sensación, ya que “es en todo punto indispensable para la actividad forense del abogado, pues si éste no la controla sus opciones de éxito serán prácticamente nulas”.
El profesional señala que existen técnicas para eliminar o, al menos mitigar el miedo escénico cuando hace acto de presencia, es decir reducir el malestar existente y transformarlo en un estrés positivo que permita aprovechar sus ventajas a la hora de exponer.
Para exponer dichas técnicas, aclara, distingue fases temporales relacionadas con el acto de la intervención en un juicio oral: antes del juicio, el día del juicio y durante el juicio.

 

1. ANTES DEL JUICIO

1. Preparación del asunto: Como es natural, el primer remedio encuentra su fundamento en un conocimiento profundo del asunto que estamos defendiendo, lo que equivale a una sólida preparación de los interrogatorios y del informe oral. Ello es absolutamente lógico, puesto que si nos encontramos ante un orador que no se ha estudiado la materia que va a exponer, su temor tendrá su origen en la temeridad y negligencia más que en cualquier otro de los factores estudiados. Por tanto, para luchar adecuadamente contra el temor o la emoción oratoria hay que dominar la materia.

2. Ser conscientes de que surgirá el temor escénico: Otro remedio consiste en ser consciente de que, con probabilidad, antes del discurso va a surgir el temor escénico o la emoción oratoria, por lo que estando concienciados de aparición en determinado contexto, qué duda cabe que seremos más proclives a manejarlo con menos ansiedad y más calma y eficacia. Naturalmente, esta concienciación implica saber en qué consiste y cómo se manifiesta este temor.

3. Conocer las circunstancias imprevistas: Vinculado a lo anterior encontramos otra técnica consistente en conocer y prever las posibles situaciones que tememos y que están originando el estado de nerviosismo. De este modo podremos prever igualmente todo un elenco de actitudes y conductas que podremos emplear en estos casos. Factores a considerar podrían ser la interrupción del juez durante nuestro informe o interrogatorio; interrupciones del abogado contrario durante el interrogatorio; retraso en el comienzo del juicio; posible limitación de tiempo en el informe o en los interrogatorios; ausencia de alguna parte o testigo, etc. Si lo pensamos, el contar con lo que puede ocurrir y las alternativas de respuesta de las que disponemos pueden suponer un gran alivio.

4. El conocimiento del objetivo u objetivos que pretendemos alcanzar con nuestra intervención también es una herramienta de considerable importancia, ya que centrándonos en los objetivos, dirigimos nuestra concentración a un fin determinado, lo que reducirá la dispersión y, en consecuencia, nuestros nervios. En definitiva, es cambiar una preocupación (cómo lo haré, me voy a quedar en blanco, etc.) por la implicación mental en la consecución de un fin.

5. Memorizar el exordio y el epílogo: Ayuda igualmente el tener muy bien estudiado, incluso memorizado, el exordio y el epílogo, de modo que nuestra intervención comenzará y concluirá de una forma fluida, lo que, al escucharnos, nos dará la confianza que quizás nos falte.

6. Conocer el auditorio: Constituye un potente remedio el conocer al juez o tribunal ante el que intervendremos, pues ya se sabe que como profesionales, los jueces tienen varios estilos de dirección del acto judicial, lo que nos ayudará a preparar nuestra intervención teniendo en cuenta dicho estilo (interrogatorios, informe oral, etc.); por otro lado los jueces son personas, y como tales tienen sus virtudes y defectos que pueden proyectarse en sala. Conocerlos es fundamental para regular nuestro comportamiento en sala.

 

2. EL DÍA DEL JUICIO

1. Respiraciones: Se recomienda con anterioridad al juicio realizar respiraciones lentas y profundas con el diafragma que nos permitan alcanzar un estado más calmado y relajado. Para ello es conveniente inhalar despacio dirigiendo el aire hacía la parte baja del tórax contando hasta cinco segundos y llenando los pulmones. Retenemos dos segundos la respiración y exhalamos despacio contando hasta cinco. Si repetimos este ejercicio antes de comenzar el juicio rebajaremos notablemente la tensión.

2. Beber agua: Igualmente, beber pequeños sorbos de agua es una medida muy adecuada que nos permitirá eliminar la sequedad de la boca propia de estos momentos y, a su vez, generar cierta calma.

3. Liberar adrenalina: Dada la existencia de una elevada carga de adrenalina antes del juicio fruto del temor escénico, es muy recomendable, si es posible, hacer algo de ejercicio la mañana del juicio. Lo ideal sería hacer algo de carrera temprano, pero como esto es difícil podemos limitarnos a darnos un paseo de media hora hasta la sede del juzgado, lo cual nos relajará y hará descender los niveles de adrenalina.

4. Visualizar: La visualización, es una técnica muy empleada por deportistas que consiste en emplear nuestra mente para imaginarnos que conseguimos el objetivo propuesto en una situación que se producirá en el futuro. Pues bien, el mismo día del juicio puede realizarse un ejercicio de visualización focalizado la sala de vistas con la presencia del Juez, y de los abogados, procuradores y partes. Si conocemos la sala en la que se va a desarrollar el juicio, mucho mejor. A continuación, y siempre en un clima de logro, nos veremos actuando en las distintas fases del juicio (interrogatorios, intervenciones ante el Juez y en el informe final) con confianza y convicción, superando dificultades como la resistencia de la otra parte o un testigo durante el interrogatorio; las llamadas de atención del Juez o la repentina concesión de un tiempo limitado para informar sobre nuestras conclusiones. A esto podemos añadir la sal o pimienta que queramos, ya que, literalmente, estamos creando nuestro sueño, y podemos permitirnos imaginar cómo será el escenario de nuestro éxito. En la medida que visualicemos, reduciremos notablemente la ansiedad ante el acto del juicio porque, sencillamente, ya habremos vivido dicha situación.

5. Conoce a tu auditorio in situ: Llegar una hora antes del comienzo de nuestra intervención a los juzgados nos permitirá acceder a la sala y visualizar un par de juicios. Ello nos ayudará a rebajar la tensión emocional puesto que nos permitirá situarnos más fácilmente ante el auditorio cuando llegue nuestro momento.

6. Pensamientos positivos: Tratar de ocupar nuestra mente con pensamientos positivos es una medida que ayudará a relajarnos, pues el cerebro no puede mantener un pensamiento negativo y positivo a la vez, por lo que desplazando aquél nos encontraremos en un estado más propenso a cumplir nuestro objetivo reduciendo nuestros temores.

 

3. DURANTE LA INTERVENCIÓN

1. La postura física: A la hora de sentarse, el orador lo hará cuidadosamente, sin dejarse caer como si dijéramos «qué cansado estoy» o cosas por el estilo. Colocados con cuidado y detalle nuestros utensilios, pasaremos a mantener una postura corporal derecha, algo inclinada hacia adelante, sin la rigidez que lleva a una afectación exagerada: que seamos nosotros los que dominemos al cuerpo y no el cuerpo a nosotros. La mejor evidencia de que la postura es correcta podremos observarla en que no nos encontramos tensos, sino relajados, lo que nos dará confianza y seguridad. Durante la exposición oral, hemos de manejar el cuerpo de modo que contribuya a obtener el interés y atención del auditorio. Para ello, la postura que deberá presidir la exposición será la leve inclinación hacia adelante, si bien se realizarán movimientos corporales (nunca repentinos o rápidos) que acompañen los giros de nuestro alegato.

2. Respirar profundamente: Justo antes de intervenir es conveniente llenar los pulmones de aire hasta que no quepa más aire y aguantar durante diez segundos. Acto seguido soltar el aire en tres tandas separadas entre sí por un segundo y después vaciar todo el aire de los pulmones. De esta forma nos encontraremos mucho más relajados.

3. Ritmo pausado al comenzar: Comenzar con un ritmo pausado (y con nuestro exordio perfectamente memorizado) nos permitirá percibir con absoluta nitidez nuestro mensaje y nos ayudará a ganar confianza para ir entrando en materia y adaptándonos al ritmo que vaya siendo necesario. Comenzar aceleradamente es, definitivamente, un suicidio oratorio.

4. No acelerarnos: Cuando estamos tensos tendemos a acelerarnos, lo cual es lógico pues estamos tratando de finalizar cuanto antes. Sin embargo, y con independencia de la falta de credibilidad que conlleva un mensaje expresado de forma acelerada, lo cierto es que fisiológicamente entraremos en un círculo vicioso en el que la adrenalina seguirá aumentando y con ello los efectos perniciosos del temor escénico. Por lo tanto, sin pausar nuestro discurso, hemos de buscar un ritmo equilibrado con las necesidades de nuestra exposición.

5. No decir que estas nervioso: Si bien es tradición indicar a quien dirige el juicio que es la primera vez que intervenimos en sala, ello no nos autoriza para transmitir que estamos nerviosos y pedir disculpas de antemano, pues dichas expresiones pueden generar más que compasión cierto recelo sobre las aptitudes y cualidades del profesional. ¿Entonces, por qué se ha decidido a defender a su cliente si no está preparado? pensará el tribunal.

En definitiva, concluye el abogado, "será cada orador, atendiendo a sus especiales circunstancias quien tendrá que decidir que técnicas se ajustan más a sus necesidades. Lo que sí podemos afirmar es que, incluso partiendo de un buen conocimiento y preparación de nuestra intervención, si se sufre temor escénico, hay que buscar entre las técnicas existentes y probarlas con el fin de encontrar aquellas que mejor se adapten a nuestras condiciones personales".

 

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