Recientemente, Antonio A. Martino, profesor en la Universidad de Pisa (Italia) y de Salvador (Argentina), publicó un artículo en el que analiza el fenómeno de la actual crisis de la democracia representativa a nivel mundial.
De esta manera, el artículo comienza explicando la crisis de la democracia tout court, dando cuenta de que hoy en día el foco está puesto en las formas de gobierno de los países e, incluso, algunos regímenes totalitarios buscan disfrazarse como democracias.
Enseguida, sostiene el autor que la democracia representativa está en crisis, en primer lugar, por la crisis de los partidos políticos, pero en general por una falta de confianza por parte de la ciudadanía hacia las maniobras políticas.
Por un lado, precisa el autor que esto se advierte en las groseras desmentidas ciudadanas a las apuestas de políticos avezados, como el fracaso del referéndum pedido por David William Donald Cameron con el Brexit, el rechazo a los acuerdos de Cuba sobre la pacificación colombiana solicitada por Juan Manuel Santos, presidente de Colombia. También menciona la derrota de Hillary Clinton en USA a favor de Donald Trump y la pérdida del referéndum sobre la reforma política de Matteo Renzi, así como la afluencia a las urnas de solo el 46% del electorado en las elecciones políticas de junio de 2017 en Italia.
Por otro lado, el avance de la antipolítica, como la aparición de movimientos antiestablishment en el mundo, se está volviendo una costumbre.
En ese sentido, el autor propone que la solución para enfrentar dicha crisis consiste en una democracia participativa, que es la democracia representativa más transparente, más deliberativa y más cercana a los votantes.
De esa forma, aborda en su artículo el sistema de democracia directa, mostrando algunos de sus elementos más relevantes, sobre todo con medios electrónicos. Constatando que esta requiere un compromiso y una actividad que no son usuales, hay que tener en cuenta que es cierto que las nuevas tecnologías facilitan la participación que antes era impensable para espacios nacionales vastos y densos, inclusive para espacios supranacionales.
Por consiguiente, se arguye que es cierto que el uso de la tecnología para hacer política de representación directa es una utopía. Pero, ¿por cuánto tiempo? Ya hay partidos como los piratas, los partidos de la Red y todos los que se basan en una e-política que están trabajando en muchas partes del mundo y con notable éxito. En el fondo, prosigue el autor, se irá dando una mayor participación ciudadana a través de las nuevas tecnologías, primero en la administración pública, así como hoy en los bancos, y poco a poco en la política.
Finalmente, concluye el autor manifestando que estamos lejos de una efectiva democracia directa con medios digitales, y no tanto por los medios, sino por la cultura que debe acompañarlos y que requiere tiempo para asentarse. “Entre tanto, es posible que tengamos salidas a democracias líquidas siempre y cuando los embates sobre las democracias resulten derrotados y la democracia representativa acepte el camino hacia una democracia participativa”.
Vea texto íntegro de la publicación.
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