Para comprender el impacto que tiene la desinformación como fenómeno comunicativo y social no es suficiente considerarlo como una identificación de la verdad o la develación de la falsedad en los contenidos, sino que se debe profundizar en diversas y complejas aristas propias de la comunicación científica, que aporten con miradas alternativas y soluciones concretas para el combate de esta problemática.
Como respuesta a lo anterior y fruto de un esfuerzo investigativo interdisciplinario, a nivel nacional y regional, este libro de doce capítulos y 16 autores, presenta diversas perspectivas sobre un tema que ha estado en permanente discusión en los últimos años y con el que los periodistas deben lidiar constantemente.
¿Por qué la comunicación científica como herramienta contra la desinformación?
Porque la comunicación científica se erige como pilar en torno a la divulgación científica que es un proceso fundamental en el que participan al menos tres agentes: los investigadores, la sociedad y los medios de comunicación. La comunicación científica permite el acceso y la comprensión de los avances de múltiples áreas y sus respectivas complejidades, favorece también, que el ciudadano (audiencia- usuario) forme su opinión personal sobre la resolución de los grandes problemas que afectan a la sociedad, permitiéndole incluso participar en el debate ético asociado a los mismos.
Disponemos de conocimiento nuevo sobre las relaciones entre la comunicación y otras disciplinas o áreas del conocimiento de manera tal que hoy es posible percatarse si se está respondiendo adecuadamente a los requerimientos de la política científica, para identificar a qué nivel está la investigación en un país con respecto a otros o para determinar la relevancia que tienen los distintos canales de comunicación al respecto.
La desinformación es por tanto investigada desde esta mirada y a través de un equipo interdisciplinario y es objeto de investigación, ya que es “una información verificablemente falsa o engañosa que se crea, presenta y divulga con fines lucrativos o para engañar deliberadamente a la población y que puede causar un perjuicio público”. Esta definición lleva implícita la idea de que las noticias que se difunden no tienen por qué ser necesariamente falsas, basta con expresarlas usando una narrativa sesgada –por ejemplo, recogiendo sólo un punto de vista–, para que se convierta en una poderosa arma de manipulación, simplificando la realidad a un escenario voluntariamente parcial y, por consiguiente, irreal y tendencioso. (CE)
La experiencia en la investigación sobre este fenómeno nos ha llevado a realizar una búsqueda analítica desde la perspectiva interdisciplinaria tanto en el ámbito nacional como en el internacional en el marco del proyecto: “Garantías frente a la desinformación en procesos electorales. Cuestiones de ciberseguridad y otros desórdenes informativos en redes”, adjudicado a través de Ministerio de Ciencia e Innovación de España y la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid. Período 2020-2023. “
Los desórdenes informativos vienen produciéndose, en parte, debido a la robotización, el uso de la inteligencia artificial en medios de comunicación y redes sociales. En esa línea han recogido y analizado todo el trabajo que está realizando la Comisión Europea, que ha presentado al Parlamento Europeo el Plan de Acción para los Derechos Humanos y la Democracia 2020-2024 , en el que busca promover y fomentar los valores y principios en una democracia (como la entiende la UE) que se focaliza en tres pilares interrelacionados que convergen en la sociedad: promover elecciones libres y justas, reforzar la libertad de los medios de comunicación, y luchar contra la desinformación.
Algunos países de la Unión Europea consideran que la libertad de expresión y el derecho a la información se consagran como derechos fundamentales en sus constituciones y sin embargo estos procesos de participación democrática se ven cada vez más amenazados por la difusión deliberada, a gran escala y de forma sistemática, de desinformación.
El libro lo presentaron Cecilia Derpich, Editora de El polígrafo (Diario El Mercurio) y profesora de la Facultad de Comunicaciones de la UDD, la Decana Carolina Mardones y Karim Gálvez Directora de la Carrera de Periodismo de la misma Facultad.
La coordinadora autora, María José Labrador, aborda las orientaciones y garantías sobre la desinformación. Afirma que «hemos de revisar los próximos años el trabajo en la Comisión Europea de la Ley de Servicios Digitales (2024 Parlamento Europeo). El contenido resultante en adelante será una valoración de la regulación, junto con la elaboración de principios y normas de conducta para una corregulación de plataformas».
Por su parte, Claudia Reyes también coordinadora y autora da cuenta de las brechas de género en el consumo de noticias políticas. Señala que «la representación política femenina modera la brecha de género en el consumo de noticias cuando se toman en cuenta los factores relacionados con el desarrollo social de un país, es decir, una mayor libertad de prensa se relaciona con una menor brecha de género en el consumo de noticias solo cuando la representación políticas femenina es baja».