En una reciente publicación del medio infobae.com se da a conocer el artículo «¿Cómo interpretar la Constitución?», por Miguel Nathan Licht.
El debate sobre la interpretación constitucional ha sido intenso, con el originalismo como teoría dominante. Este ensayo evalúa si el constitucionalismo basado en principios morales puede sustituir al originalismo. Se argumenta que la interpretación debe incluir principios morales, siguiendo la tradición del derecho natural.
Las razones detrás de la necesidad de interpretar la Constitución son múltiples. Primero, sus redactores buscaron asegurar flexibilidad para futuras generaciones ante problemas emergentes, permitiendo adaptaciones en la estructura gubernamental. Segundo, lograron consensos en ciertas áreas mientras dejaban otras intencionalmente ambiguas para ocultar desacuerdos, lo que resulta en disposiciones generales que no anticipan todas las futuras cuestiones. Tercero, no pudieron prever todas las preguntas que surgirían con el tiempo, haciendo que los problemas actuales difieran significativamente de los de su época.
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Sin embargo, la supremacía de la Constitución, su difícil proceso de enmienda y su antigüedad crean una tensión con la democracia, ya que limita la capacidad de las mayorías actuales de gobernarse si sus decisiones chocan con la Constitución. Esta tensión, conocida como el “problema de la mano muerta”, implica aceptar que los autores de la Constitución, a pesar de haber fallecido hace siglos, influencien cómo vivimos hoy.
Aceptar la Constitución lleva consigo la necesidad de interpretarla, un debate tan antiguo como la Constitución misma. Este debate refleja la tensión inherente al constitucionalismo, entre adherirse a un documento fundacional y adaptarse a las demandas contemporáneas de gobernanza.