La Inteligencia Artificial (IA) ha sido creada por la inteligencia humana y ya sabemos que ésta ha sido y sigue siendo muy supersticiosa, lo que no deja de resultar extraño que, con los descubrimientos científicos habidos a lo largo de la historia de la humanidad, que han sido capaces de explicar la causa de las cosas, sigan perdurando en pleno siglo XXI esas creencias absurdas que son las supersticiones, que no tiene ninguna base científica.
Y es que la superstición, como esa disposición a creer en cualquier extravagancia sin importar la base que la sustenta, sigue estando muy presente en la inteligencia humana en pleno siglo XXI, siendo muy contadas las personas que son capaces de enfrenarse a algún reto importante de su vida, como es un examen de una oposición, una entrevista de trabajo, una prueba competitiva de deporte, una importante inversión económica etc, sin llevar consigo un determinado objeto, o una concreta prenda de vestir a modo de amuleto, porque estas personas están plenamente convencidas que ello les da buena suerte.
Por no mencionar todos aquellos que siguen creyendo en los horóscopos o en el tarot, en los embrujos (el mal de ojo) así como los que creen que una determinada persona, un lugar, un color, una fecha, un determinado animal (un gato negro, una lechuza), un determinado acto (pasar por debajo de una escalera, derramar sal, que el novio vea a la novia vestida de tal antes de la ceremonia…), incluso un determinado número (el 13 o el 7) o un mes o día de la semana (el martes) etc, pueden ser gafes y atraer la mala suerte
¿POR QUÉ EL SER HUMANO ES SUPERSTICIOSO?
No cabe duda de que las supersticiones forman parte indisoluble de la condición humana. Las creencias supersticiosas son inagotables, las hay de todo tipo, algunas más comunes que otras, pero todas ellas con una misma finalidad, cual es la de atraer la buena suerte o evitar la desgracia; también, las supersticiones varían de unos países a otros y de unas a otras culturas.
En cualquier caso, podríamos pensar que estas creencias supersticiosas, por ser contrarias a la razón y no tener base científica alguna, son patrimonio exclusivo de la ignorancia y de la incultura, pero ello no es cierto, porque hay personas supersticiosas en todos los sectores y estratos sociales.
Nadie está por completo libre de la superstición, sí bien es cierto que el hombre sabio puede verse libre de la dinámica supersticiosa más fácilmente que el que no lo es.
Esta circunstancia ha llevado a los estudiosos de esta materia a pensar que el motivo de la superstición se encuentra en la propensión de la condición humana al miedo, generado por la incertidumbre hacia todo aquello que nos resulta desconocido.
Y es aquí donde la superstición juega un papel importante, como factor “de contrapeso” para atenuar la angustia que la incertidumbre genera siempre, lo que lleva a estos expertos a afirmar que es posible que ciertas creencias supersticiosas resulten hasta positivas, si sirven para generar seguridad en la toma de decisiones, especialmente, para aquellas personas más inseguras.
¿EL POSIBLE UN SESGO SUPERSTICIOSO EN LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL?
No cabe duda, tampoco, de que la IA se ha convertido en un tema fascinante en nuestros días, cuya evolución no parece tener límites, llevando camino de poder superar a la inteligencia humana.
Ahora bien, quien ha diseñado los algoritmos con los que funciona esta Inteligencia artificial ha sido la inteligencia humana, por lo que es posible que ese diseño tenga algún sesgo supersticioso propio de quien la diseñó, lo que posibilitaría que la IA actúe, tanto en la toma de decisiones, como en su proceso de aprendizaje con criterios supersticiosos, lo cual haría que una confianza ciega en este tipo de Inteligencia no fuera del todo aconsejable.
Bien es cierto, que ese tipo de Inteligencia Artificial, a diferencia de la humana, no tiene emociones y se puede enfrentar a la incertidumbre sin miedos, porque lo hace de una forma cuantitativa, con un simple cálculo de probabilidades (algo medible) por lo que a la IA le daría igual que sea martes y 13, o que se cruce un gato negro en plena noche, que no tendría que tocar madera o cruzar los dedos.
Ahora bien, como la relativa emancipación de la IA del ser humano hace posible que ésta actúe por su cuenta y que tome decisiones con autonomía sin la guía constante de un usuario humano, podría suceder que una información insuficiente, ciertas imprecisiones de los datos manejados, como pueden ser las creencias supersticiosas, e incluso datos deliberadamente falsos (lo que los expertos denominan “ruido”) generaran en la inteligencia artificial cierto nivel de incertidumbre, resultando las operaciones cuantitativas sobre el cálculo de posibilidades insuficientes para tomar la decisión adecuada.
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CONCLUSIÓN
Hay que reconocer que desconocemos quién ha diseñado el algoritmo de la IA, ni con qué datos trabaja ésta, qué sesgo tiene y qué criterios de aprendizaje utiliza, pero sí sabemos que esta inteligencia puede llegar a superar a la humana en gran cantidad de procesos cognitivos y que es capaz de aprender de forma automática.
Por lo que es posible que la IA, a través de sus métodos de aprendizaje algorítmico-estadísticos, pueda desechar creencias supersticiosas, porque detecte que dichas creencias son irracionales e incluso, emulando a la inteligencia humana, pueda ir más allá y sea capaz transmutar los presagios de un mal augurio en uno favorable, tal y como hizo el general romano Publio Cornelio Escipión que, en uno de los desembarcos con su ejército en África, tropezó cayendo al suelo, lo que era señal de mal agüero para sus soldados. Pero él, abrazándose al suelo, dijo “África te tengo asida y en mis brazos”. Con lo cual rompió y desbarató este mal agüero y lo convirtió en favorable (esta anécdota también se atribuye a Julio César).