UN TALENTO VOCACIONAL
El doctor Orfila mostró un talento excepcional desde joven. En un contexto de escasos recursos educativos en su isla natal, logró destacar en los estudios, lo que lo llevó a formarse en Valencia, Barcelona y, posteriormente, en París.
Fue en la capital francesa donde desarrolló su carrera científica, convirtiéndose en uno de los médicos más reconocidos de su tiempo, además de profesor de la Facultad de Medicina de París.
En una época en la que los envenenamientos eran difíciles de detectar y los métodos de análisis eran rudimentarios, el doctor Orfila desarrolló técnicas para identificar sustancias tóxicas en el cuerpo humano.
Su obra magna, «Tratado sobre los venenos en relación con la higiene pública y la medicina forense» (1814), marcó un antes y un después. Este libro no solo sistematizó el estudio de los venenos, sino que sentó las bases de la toxicología como disciplina científica.
Además, fue el primero en aplicar métodos químicos para detectar sustancias tóxicas en tejidos humanos y fluidos, demostrando que el veneno podía dejar rastros detectables incluso después de la muerte.
LOS CASOS
Su trabajo no solo tenía implicaciones médicas, sino también legales: permitía esclarecer casos de homicidio con una base científica.
Uno de los casos más destacados en los que participó Orfila fue el juicio Marie Lafarge (1841), una mujer acusada de envenenar a su esposo con arsénico.
El doctor Orfila actuó como perito y, gracias a sus análisis químicos, logró demostrar la presencia de arsénico en el cadáver, lo que resultó decisivo para la condena.
Otro caso resuelto por el español, que ocupó las primeras páginas de los periódicos de entonces, fue la intoxicación masiva producida por el consumo de un lote de vino.
Las autoridades, desconcertadas por los síntomas de envenenamiento, recurrieron al toxicólogo español que no solo identificó la causa sino que también expuso prácticas peligrosas en la industria alimentaria de la época: los productores habían añadido óxido de plomo para mejorar el sabor y la apariencia del vino.
Su intervención no solo resolvió el caso sino que salvó vidas porque se detuvo la distribución de dichos productos contaminados.
Un tercer caso que contribuyó a cimentar su reputación fue la intoxicación que afectó a un gran número de niños de París. Las pruebas toxicológicas llevadas a cabo por el doctor Orfila descubrieron que los caramelos consumidos por esos niños estaban contaminados, otra vez, con compuestos de plomo, lo que condujo a una regulación más extricta de sustancias tóxicas en productos de consumo.
El médico español también salvo a otro colega de profesión del cadarso. Acusado de envenenar a un paciente, el doctor Orfila revisó los análisis realizados por otros expertos que habían concluido que era el autor del envenenamiento y demostró que habían cometido errores en la identificación de las sustancias químicas.
Este caso subrayó la importancia de la precisión científica en la toxicología forense y destacó el papel del doctor Orfila como garante de la verdad científica.
PROMOVIÓ LA FORMACIÓN CIENTÍFICA PARA MÉDICOS Y ABOGADOS
El español también insistió en la importancia de la formación científica para los médicos y abogados. Como decano de la Facultad de Medicina de París, renovó los planes de estudio, introduciendo la toxicología y la medicina legal como asignaturas fundamentales.
El legado de Mateu Orfila trasciende las fronteras de España y Francia. Su trayectoria profesional refleja tres pilares fundamentales: rigor científico, compromiso con la verdad y una profunda vocación pedagógica.
Por su meticulosidad científica, su enfoque multidisciplinar y su compromiso con la verdad ha pasado a la historia de la medicina y de la justicia como una figura esencial.
Sus métodos son, a día de hoy, la base de las técnicas modernas que vemos en laboratorios forenses de todo el mundo.
Se podría afirmar que sin Orfila los investigadores de las policías científicas o servicios de criminalística del mundo nunca habrían tenido el arsenal científico que hoy consideramos esencial para resolver crímenes.
Como Santiago Ramón y Cajal después –otro español universal–, Orfila es un ejemplo de cómo un hombre con trabajo, con dedicación y con genialidad puede cambiar el curso de la historia.