El Parlamento de Nueva Zelanda aprobó una ley que prohíbe fumar a los nacidos después de 2008, cuya entrada en vigor será este año. Fue impulsada por el Partido Laborista de la mandataria, Jacinda Ardern, y en la votación parlamentaria obtuvo 76 votos a favor y 43 en contra. En palabras de la ministra de salud, gracias a esta ley “Miles de personas vivirán vidas más largas y saludables y el sistema de salud tendrá una mejora de $5.000 millones al no tener que atender las enfermedades causadas por fumar, como numerosos tipos de cáncer, ataques cardíacos, derrames cerebrales, amputaciones”.
La ley sobre “Ambientes Libres de Humo”, permitirá a las autoridades prohibir gradualmente la venta de cigarrillos a su población, incrementando la edad necesaria para poder fumar año tras año; por ejemplo, para el 2050 solo los mayores de 40 años podrán adquirir este bien. Con esta medida se busca prohibir su consumo a las futuras generaciones de neozelandeses.
Entre las medidas introducidas está la de reducir el número de comercios autorizados para la venta de cigarrillos, de 6.000 a 600. Además, se disminuyen los niveles de nicotina aceptables, para de este modo aminorar el grado de adicción de los consumidores. No obstante, es necesario recalcar que los cigarrillos electrónicos no están sujetos a estas restricciones.
Sin perjuicio de lo anterior, no son pocas las voces que han criticado las medidas. Sin ir más lejos, algunas agrupaciones de consumidores han alertado que solo contribuirá a impulsar el mercado negro y a dañar el comercio establecido. Brooke van Velden, líder de la Asociación de Consumidores y Contribuyentes (ACT), declaró que: “(…) Nadie quiere ver a la gente fumar, pero la realidad es que algunos lo harán y la prohibición introducida por el Partido Laborista, típica de un Estado paternalista, va a causar problemas”.