En una reciente publicación de agendaestadoderecho.com se da a conocer el artículo La Corte Interamericana de Derechos Humanos celebra 45 años de historia, por Jueza Nancy Hernández López (*).
Este año, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) celebra más de cuatro décadas de existencia, consolidándose como una institución pionera en la protección de los derechos humanos en todo el continente. Su aniversario nos recuerda que, en tiempos de amenazas a la democracia global, la defensa de los derechos humanos y el Estado de derecho adquieren una relevancia crucial. A pesar de operar en una región castigada por graves violaciones de derechos fundamentales y marcadas desigualdades, el Tribunal ha mantenido consistentemente altos estándares de justicia internacional, ejemplo para el mundo en términos de impacto y reparación integral para las víctimas.
El 3 de septiembre de 1979, el Teatro Nacional de Costa Rica fue el escenario de la instalación de la Corte IDH, justo en el mismo lugar donde, una década antes, se había firmado la Convención Americana. Desde entonces, el Tribunal ha desempeñado una labor esencial como referente en la protección y promoción de los derechos humanos. A lo largo de estos años, la Corte ha establecido una jurisprudencia de vanguardia, influyendo en los tribunales constitucionales de América Latina y el Caribe, y proporcionando a la región nuevos estándares de justicia internacional.
Durante décadas, la Corte ha sido un faro en la consolidación de una justicia interamericana que abarca todos los derechos para todas las personas. En sus primeros años, respondió a los quiebres democráticos, conflictos armados y el auge de regímenes autoritarios, desarrollando una sólida jurisprudencia sobre graves violaciones de derechos humanos. Fue el primer tribunal internacional en analizar la desaparición forzada de personas y en establecer los elementos constitutivos de este delito.
Con el tiempo, la Corte IDH amplió su enfoque, formando una jurisprudencia en favor de grupos en situación de especial vulnerabilidad, como personas migrantes, desplazadas, privadas de libertad, con discapacidad, comunidades indígenas, personas LGTBIQ y niños, entre otros. Al mismo tiempo, desarrolló un acervo jurídico sobre derechos económicos, sociales, culturales y ambientales. Hoy, la Corte aborda tanto desafíos antiguos como contemporáneos, como lo demuestra su más reciente Opinión Consultiva sobre la emergencia climática y los derechos humanos.
Esto evidencia cómo, a lo largo de su historia, la Corte ha puesto a las víctimas en el centro de su labor, ofreciéndoles una voz y una ventana hacia la justicia. Uno de sus desarrollos jurisprudenciales más significativos ha sido el de la reparación integral y sus diferentes modalidades, lo que hace ha permitido que sus decisiones no sean meramente declarativas, sino que tengan un impacto transformador tanto para las personas como para los países.
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Reconocer el trabajo de la Corte implica también reconocer iniciativas pioneras que han demostrado su cercanía con las víctimas y los Estados. Entre ellas, destaca la supervisión del cumplimiento de las reparaciones ordenadas en sentencias o de las medidas provisionales que adopta, un aspecto que diferencia a este tribunal incluso de sus pares en Europa y África. También sobresale su compromiso como una Corte de “toga y mochila”, que sesiona, en terreno, en diferentes países de la región para acercar su trabajo a los actores nacionales, realiza visitas a terreno para recabar información y observar cómo se implementan sus decisiones, y ha creado figuras como la del defensor interamericano, para evitar obstáculos económicos en el acceso a la justicia, y el fondo de asistencia legal y psicológica para las víctimas.
Quienes adoptaron la Convención Americana hace 45 años, dieron los primeros pasos en la creación de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, cumpliendo un anhelo histórico de dotar a nuestra América de un tribunal regional de derechos humanos y ampliar los horizontes del acceso a la justicia internacional.
Ese anhelo marcó el inicio de un camino constante en la protección de los derechos humanos. Desde entonces, la Corte Interamericana ha trabajado con total independencia y resiliencia protegiendo derechos, convirtiéndose en un bastión de esperanza para miles de víctimas, sin distinción alguna, y con una vocación transformadora: fortalecer la democracia y el Estado de derecho.
(*) Actualmente, ocupa el cargo de presidenta de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Es jurista con más de 30 años de experiencia judicial, profesora universitaria, especialista en derecho constitucional, derechos humanos, derecho público, magistrada titular de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia de Costa Rica. Ha participado en la elaboración de importantes proyectos de ley en materia de derechos humanos y a favor de poblaciones en estado de vulnerabilidad como, privados de libertad y enfermos de VIH-SIDA. Sus sentencias hablan del compromiso con los derechos humanos, entre éstas el matrimonio igualitario, la paridad- horizontal a favor de los derechos políticos de la mujer (que ha significado uno de los mayores porcentajes de mujeres diputadas en la Asamblea Legislativa actualmente), también en materia de tortura y abuso policial de detenidos. Su experiencia es en el área jurisdiccional, académica y práctica.