Artículos de Opinión

¿Por qué no hay balotaje en las elecciones de Alcalde de Chile?

Pensar que incluso comunas que son capitales regionales poseen Alcaldes electos con menos de ¼ de los votos de la población, suena a primeras como un escenario poco representativo para los próximos 4 años, siendo que un elección debería dar como ganador al candidato o candidata que posea un proyecto comunal que resuene mejor con la mayor cantidad de ciudadanos, prefiriendo un proyecto que represente mejor a la mayoría que a un grupo determinado.

La pasada elección municipal, como en todo proceso de elección democrática en nuestro país, nos dejó reflexiones en torno a variados temas, la mayoría de análisis de la prensa especializada de estos días se centra en las consecuencias políticas que tiene la elección de un sector ideológico u otro y sus proyecciones a futuro, pero otra arísta, menos discutida pero igual de importante es la que quiero destacar en esta columna,  acerca del análisis de los métodos y herramientas que utilizamos en nuestro país al escoger autoridades en las urnas.

Variados tópicos y discusiones surgen en torno a esta temática, quizás los más recurrentes serían: (1) La discusión sobre si el voto debiese seguir siendo obligatorio para las elecciones en general y; (2) La posibilidad de digitalización de los medios de votación, con el fin de prescindir de una vez por todas de las papeletas electorales.

Los anteriores son tópicos recurrentes que podemos tratar en otras monografías, y surgen de la visión general que se tiene de los procesos eleccionarios chilenos. En esta columna, lo que queremos es centrar la atención en un fenómeno que quizás se vio más que nunca en este proceso eleccionario, en su arista municipal, el cual es el bajo porcentaje de votos con el que cuentan candidatos de variadas comunas de nuestro país. Basta con hacer un barrido rápido por parte de las comunas con más habitantes, donde se encuentran múltiples capitales regionales, en las cuales se reflejan Alcaldes electos con menos del 30% de la votación de sus comunas, entre las que se encuentran: Antofagasta 26.6%; San Bernardo 27.99%; Valparaíso 27,81%; La Serena 20,41%; Concepción 21,96%; Los Ángeles 28,79%; Osorno 26,14%; entre muchas otras.

Esta situación es preocupante, si lo analizamos desde el punto de vista de la representación de las autoridades comunales frente a la población de su comuna. Pensar que incluso comunas que son capitales regionales poseen Alcaldes electos con menos de ¼ de los votos de la población, suena a primeras como un escenario poco representativo para los próximos 4 años, siendo que un elección debería dar como ganador al candidato o candidata que posea un proyecto comunal que resuene mejor con la mayor cantidad de ciudadanos, prefiriendo un proyecto que represente mejor a la mayoría que a un grupo determinado.

Lo anterior, no sucede en elecciones de Presidente de la Republica o de Gobernadores Regionales, en donde se aplica la técnica electoral del ballotage, que en conformidad a la Rae, se refiere al subsistema electoral en el que se realiza una segunda vuelta entre los dos candidatos más votados cuando nadie ha obtenido la mayoría requerida. En términos doctrinales, el balotaje o segunda vuelta electoral se ha definido como una técnica utilizada en materia electoral, que consiste en la necesidad impuesta a todo candidato a un cargo electivo de obtener en el escrutinio la mayoría absoluta de los sufragios válidos para hacerse acreedor al cargo en disputa. Para el caso en que ninguno de los contendientes hubiese alcanzado dicho porcentaje en esta primera “vuelta” electoral, debe celebrarse una segunda votación entre los dos candidatos que han obtenido la mayor cantidad de sufragios.[1]

En el caso chileno, en conformidad al art. 26 de la Constitución, en sus incisos 1° y 2°:

El Presidente de la República será elegido en votación directa y por mayoría absoluta de los sufragios válidamente emitidos (…)

Si a la elección de Presidente de la República se presentaren más de dos candidatos y ninguno de ellos obtuviere más de la mitad de los sufragios válidamente emitidos, se procederá a una segunda votación que se circunscribirá a los candidatos que hayan obtenido las dos más altas mayorías relativas y en ella resultará electo aquél de los candidatos que obtenga el mayor número de sufragios. Esta nueva votación se verificará, en la forma que determine la ley, el cuarto domingo después de efectuada la primera.

A su vez, en la elección de Gobernadores Regionales, en conformidad al art. 111 de la Constitución, en sus incisos 4° y 5°:

El gobernador regional será elegido por sufragio universal en votación directa. Será electo el candidato a gobernador regional que obtuviere la mayoría de los sufragios válidamente emitidos y siempre que dicha mayoría sea equivalente, al menos, al cuarenta por ciento de los votos válidamente emitidos, en conformidad a lo que disponga la ley orgánica constitucional respectiva (…)

Si a la elección del gobernador regional se presentaren más de dos candidatos y ninguno de ellos obtuviere al menos cuarenta por ciento de los sufragios válidamente emitidos, se procederá a una segunda votación que se circunscribirá a los candidatos que hayan obtenido las dos más altas mayorías relativas y en ella resultará electo aquel de los candidatos que obtenga el mayor número de sufragios. Esta nueva votación se verificará en la forma que determine la ley.

En cambio, para las elecciones de Alcalde, la Constitución nos remite en el inciso 1° del art. 118, a la Ley Orgánica Constitucional de Municipalidades, la cual en su art. 57 señala que:

El alcalde será elegido por sufragio universal, en votación conjunta y cédula separada de la de concejales, en conformidad con lo establecido en esta ley. Su mandato durará cuatro años y podrá ser reelegido.

Mientras que, en el inciso 1° art. 127, del mismo cuerpo legal, se señala que:

Será elegido alcalde el candidato que obtenga la mayor cantidad de sufragios válidamente emitidos en la comuna, esto es, excluidos los votos en blanco y los nulos, según determine el tribunal electoral regional competente.

Todo lo anterior nos lleva a preguntarnos ¿Por qué se plantea aquella diferencia? ¿No sería lógico que se realizara una segunda vuelta electoral en las comunas en donde ningún candidato obtenga un 40% o 50% de los votos?

Antiguamente, en el texto original de la LOCM, resultaba electo Alcalde el Concejal con mayor numero de preferencias que contara con al menos “el treinta y cinco por ciento de los votos válidamente emitidos, excluidos los votos en blanco y los nulos, en la respectiva elección de concejales, siempre que integre la lista más votada, según lo determine el Tribunal Electoral Regional competente.” Aspecto modificado a través de la Ley N°19.737, publicada el año 2001, que vino a separar las votaciones de Concejales y Alcaldes e instalar la votación por mayoría simple. Dentro del proyecto original, se planteaba que el quorum de la elección fuera el de mayoría simple, pero ya en sus primeros informes se indicó por parte de la Comisión de Gobierno del Senado en múltiples pasajes y discusiones, lo dificultoso que sería realizar múltiples balotajes a lo largo del país, por lo que prosperó la votación por mayoría simple.

Los argumentos en contra de la aplicación del balotaje en la elección de alcaldes los podríamos circunscribir a las siguientes hipótesis:

1. En la línea de la instauración original de este sistema, el realizar múltiples procesos de balotajes a lo largo del país significaría una complicación de carácter mayor para los procesos eleccionarios, debido a la poca cantidad de alcaldes escogidos con más del 50% de los votos a lo largo del país.

2. Las elecciones por mayoría simple dan más ventajas a proyectos independientes o locales, frente a los proyectos políticos de partidos tradicionales, que les permiten acceder al poder en caso de fraccionamientos de los sectores mayoritarios.

3. Las elecciones de Alcalde se circunscriben a diferencia de las elecciones de Presidente y de Gobernadores Regionales a representaciones de carácter local, de una comunidad mucho más reducida que una región o una elección nacional, por lo que representa mejor a la población comunal un proyecto local elegido con mayorías simples, que un proyecto que se circunscriba a un sector o partido determinado escogido por mayorías más altas.

4. Existe una alta probabilidad que el candidato con mayor votación en primera vuelta sea el ganador de la segunda vuelta, por lo cual se puede prescindir del balotaje.

Estos argumentos a primeras parecen razonables frente a la discusión, pero son rebatibles si se analizan en el escenario nacional actual y términos de representación popular. En este sentido, el señalar que la realización de múltiples balotajes a lo largo del país es costoso y dificultoso, es un argumento entendible en el escenario nacional de 2001, en los tiempos que vivimos hoy en día, no sería complicado, en términos prácticos, realizar segundas vueltas municipales en beneficio de la mayor representación de la población, más aún, si tomamos en cuenta que actualmente se realizan segundas vueltas de Gobernadores Regionales, instancias en donde se podrían realizar los balotajes municipales, incluso en los mismos términos que los planteados para los Gobernadores, realizándose la segunda vuelta solo en caso que el candidato más votado no supere el 40% de los votos totales, con el fin de disminuir la cantidad de segundas vueltas municipales, pero asegurar la mayor representatividad municipal posible

En la línea del beneficio de los “proyectos locales” o “independientes” frente a los partidos o sectores de corte tradicional este argumento se cae desde dos perspectivas: (1) En la práctica, por querer beneficiar a candidatos fuera de grandes pactos, se sacrificaría la representatividad de la gente, produciéndose el fenómeno que actualmente vivimos en donde existen comunas en donde 1 de cada 4 vecinos señalan haber votado por el Alcalde electo, lo cual a nuestro parecer, es sacrificar el aspecto democrático de nuestro sistema político para el beneficio de proyectos independientes; (2) El escenario político actual es muy diferente al de principios de los 2000, en donde podíamos indicar claramente que la política chilena era más binaria, primando 2 sectores políticos marcados, en donde se entendía mucho más esta lógica de defensa de proyectos alternativos o independientes a las dos coaliciones imperantes. Actualmente, existen múltiples partidos que, si bien comparten el eje derecha o izquierda, difieren muchísimo acerca de los proyectos políticos que ofrecen, beneficiando mucho más el sistema actual a aquel díscolo que levanta una candidatura para quitarle votos al candidato oficial de su eje que a la representación popular.

Por último, en torno al 4° argumento, hay que señalar que si bien, se dan en muchos casos elecciones en donde el candidato que obtiene la primera mayoría obtiene la mayoría absoluta en la segunda vuelta, esto se reduce a una mera posibilidad, existiendo múltiples casos en donde esto no ocurre. Recordar, por ejemplo, que, en la primera vuelta de la elección presidencial pasada, el Presidente Boric no fue la primera mayoría, resultando electo en segunda vuelta. Al igual que en otras elecciones presidenciales, como el caso de Argentina en las elecciones de 2015 y 2023.

Por todo lo anterior, nos preguntamos sinceramente ¿Por qué no existe balotaje en las elecciones municipales de Chile? (Santiago, 31 de octubre de 2024)

 

[1]  Fernández Baeza, Mario, “Ballottage o doble vuelta electoral”, en Diccionario Electoral del Centro de Asesoría y Promoción Electoral del Instituto Interamericano de Derechos Humanos, visible en: http://www.iidh.ed.cr/capel/. Véase tambien, Miguel Ángel Gutiérrez Salazar. (2021). La segunda vuelta electoral. Análisis en torno a su posible implementación en México. Tirant lo Blanch. Ps. 129 y ss.

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