Por Valentina Castro Diaz, Universidad Finis Terrae
El examen de grado en Derecho ha sido objeto de intensos debates, especialmente en cuanto a su modalidad oral y nivel de exigencia. Dominique Alezthier, abogada y Magíster en Derecho de los Recursos Naturales y Medio Ambiente de la Universidad Finis Terrae, fundadora de Tutorías Alezthier, comparte su experiencia y perspectiva sobre cómo este examen pone a prueba no solo los conocimientos, sino también la capacidad de argumentación y manejo del estrés bajo presión.
En su análisis, Alezthier señala la importancia de una preparación estratégica que combine teoría, práctica y una evaluación más integral, que favorezca un verdadero desarrollo profesional.
1. En el ámbito del derecho, es ampliamente debatido el tradicional examen de grado, especialmente en relación con su nivel de exigencia y la modalidad oral. ¿Considera usted que este tipo de examen constituye un método eficaz para evaluar los conocimientos de los estudiantes?
El examen de grado de derecho es un tema ampliamente debatido, especialmente en lo que respecta a su nivel de exigencia y la modalidad oral. Si bien esta evaluación tiene un rol fundamental en la certificación de competencias jurídicas, su actual estructura plantea desafíos que pueden afectar la manera en que los estudiantes demuestran sus conocimientos y habilidades.
En muchos casos, el examen se convierte en una prueba de resistencia emocional bajo presión, donde la exigencia de responder conceptos de memoria puede dificultar la expresión del verdadero nivel de análisis y argumentación del estudiante. Esto plantea la necesidad de reflexionar sobre si este mecanismo logra evaluar de manera efectiva la madurez jurídica y la capacidad profesional de los futuros abogados.
Si el propósito del examen de grado es garantizar que los egresados cuentan con las competencias necesarias para el ejercicio profesional, es importante que su formato trascienda la memorización. Aunque esta es un componente inicial clave del aprendizaje, debería complementarse con mecanismos de evaluación que promuevan el razonamiento jurídico, la integración de conocimientos y el desarrollo de habilidades argumentativas. Esto no implica eliminar la oralidad, sino reformularla y fortalecer, a lo largo de la carrera, estrategias que permitan a los estudiantes consolidar de manera efectiva las materias aprendidas, incluso dividiendo en etapas el proceso de evaluación final.
2. Uno de los temas debatidos ha sido la posible falta de objetividad en la evaluación del examen de grado. ¿Cree usted que existen factores que pueden generar parcialidad en la realización del examen de grado?
El examen de grado oral enfrenta grandes desafíos que han sido ampliamente debatidos y que, a lo largo de la preparación de los estudiantes, he podido identificar. Uno de los principales cuestionamientos se relaciona con la falta de objetividad en la evaluación, lo que genera incertidumbre y dificulta una preparación estructurada.
En primer lugar, muchas facultades no cuentan con una rúbrica clara y transparente que establezca criterios específicos de calificación tanto para los estudiantes como para los evaluadores. La ausencia de un marco normativo preciso deja margen a interpretaciones subjetivas y dificulta que los alumnos comprendan qué aspectos serán considerados al momento de ser evaluados.
En segundo lugar, los temarios o cedularios entregados por algunas facultades de derecho no siempre son respetados por los evaluadores, lo que incrementa la incertidumbre sobre los contenidos que podrían ser preguntados. Como respuesta, muchos estudiantes intentan anticiparse asistiendo a exámenes previos y analizando los estilos de interrogación de los profesores. Esto ha dado lugar al fenómeno del «estudio de profesores de comisión», en el cual los alumnos buscan patrones en la forma en que cada académico formula preguntas y califica respuestas, en lugar de enfocarse plenamente en la comprensión integral de la materia.
Desde Tutorías Alezthier, hemos abordado esta problemática con dos estrategias principales:
a. Elaboración de temarios ampliados: Además de trabajar con los temarios oficiales proporcionados por las universidades, incluimos temas que han sido preguntados por los evaluadores a pesar de no estar formalmente en el programa. De esta forma, los estudiantes pueden prepararse de manera más completa y minimizar la incertidumbre.
b. Estudio de comisiones: Asistimos periódicamente a exámenes de grado para analizar no solo las preguntas formuladas, sino también los criterios determinantes en la aprobación o reprobación de los estudiantes. A partir de esta información, diseñamos simulaciones de examen que permiten a los alumnos enfrentarse a escenarios reales y mejorar su desempeño bajo presión.
Además de estas estrategias, en Tutorías Alezthier hemos desarrollado nuestras propias rúbricas de evaluación, con el objetivo de proporcionar a los estudiantes una orientación clara sobre lo que se espera de ellos. Desde nuestra experiencia, consideramos que una rúbrica efectiva en el examen de grado debería incluir los siguientes criterios:
a. Dominio de materias esenciales: Capacidad del estudiante para manejar con precisión los conceptos jurídicos fundamentales e identificar normas aplicables.
b. Fluidez y memorización: Habilidad para exponer respuestas de manera estructurada, demostrando seguridad y un adecuado manejo del contenido sin depender excesivamente de la repetición mecánica.
c. Relación entre materias: Capacidad para vincular distintas áreas del derecho, estableciendo conexiones entre normas, principios y doctrinas que permitan un análisis integral.
d. Profundización del contenido: Desarrollo de respuestas con argumentación jurídica sólida, incluyendo referencias doctrinales y jurisprudenciales cuando corresponda, evidenciando un conocimiento más allá del nivel básico.
No obstante, es fundamental que estas rúbricas no restrinjan la autonomía del evaluador, sino que sirvan como una herramienta para asegurar una evaluación más equitativa y consistente. De esta manera, se busca un equilibrio entre la estandarización del proceso y la flexibilidad necesaria para que los evaluadores puedan valorar la solidez argumentativa y el criterio jurídico de cada estudiante de manera justa y objetiva.
3. En muchas facultades de derecho a nivel nacional, el examen de grado sigue siendo exclusivamente oral. ¿Cree usted que incorporar casos escritos en todas las facultades sería una mejor forma de avanzar en este proceso de evaluación?
Creo que cada universidad debe ser coherente con el modelo de enseñanza que promueve y con el perfil de egreso que espera de sus estudiantes. Las mallas curriculares y las metodologías de evaluación varían significativamente entre las facultades de derecho a nivel nacional. Mientras algunas universidades priorizan la investigación académica y el desarrollo de seminarios, otras ponen mayor énfasis en la resolución de casos prácticos, y en algunas predomina la oralidad y la memorización de contenidos.
En este contexto, considero que el debate debe centrarse en cómo cada universidad puede modernizar su sistema de evaluación de manera coherente con su propio enfoque formativo, garantizando que el examen de grado sea un reflejo del proceso de aprendizaje que ha acompañado al estudiante a lo largo de su formación.
4. Considerando lo anterior, ¿cuál cree que sería el mecanismo más adecuado para evaluar a los alumnos en lugar del examen de grado tradicional?
Considero que su estructura debería ser revisada y modernizada, de manera que evalúe de manera integral las distintas habilidades que un abogado necesita en su ejercicio profesional. Actualmente, el examen tradicional se enfoca en la oralidad o, en algunos casos, en la memorización de normas sin considerar otras competencias claves. Sin embargo, el derecho abarca múltiples áreas de desarrollo, y los egresados no solo deben ser capaces de exponer ideas verbalmente, sino también de razonar jurídicamente, redactar con precisión y desarrollar pensamiento crítico y estratégico. Por ende, una mezcla del componente oral y escrito en distintas etapas del proceso académico en donde se evalúe conforme al perfil de cada universidad podría acercarse más a un método efectivo.
5. Uno de los principales argumentos para mantener este examen es la idea de que representa un nivel mínimo de dificultad necesario para enfrentar la profesión, permitiendo a los egresados desarrollar habilidades para alegar ante la corte o ejercer de manera oral. ¿Cree que este argumento es válido?
El examen de grado en derecho busca evaluar competencias esenciales en el futuro abogado, lo que justifica que se mantenga como una instancia de exigencia académica. Sin embargo, si bien la oralidad es un componente fundamental en diversas áreas del ejercicio profesional, especialmente en litigación, no es la única habilidad determinante para el desempeño jurídico. El razonamiento jurídico, la redacción de escritos, la argumentación lógica, la resolución de problemas y el manejo de fuentes normativas y jurisprudenciales son igualmente cruciales. Si bien es cierto que el formato oral del examen permite evaluar ciertas competencias asociadas a la expresión verbal, el dominio de los contenidos y la argumentación jurídica, también es innegable que el estrés y la naturaleza de la instancia pueden no reflejar completamente el nivel real de conocimientos del estudiante. En este sentido, es válido cuestionar si la oralidad exclusiva es la mejor forma de evaluar integralmente la idoneidad del egresado para el ejercicio de la profesión. Una evaluación combinada, oral y escrita, podría proporcionar un parámetro más equilibrado, garantizando que el estudiante demuestre tanto su capacidad de argumentación como su solidez teórica y técnica.
6. En el ámbito laboral, ¿cree usted que haber rendido un examen oral, en lugar de uno escrito, influye significativamente al postular a un cargo como abogado?
Desde una perspectiva estrictamente práctica, la modalidad del examen de grado, oral o escrita, no suele ser un criterio determinante en los procesos de selección laboral. En mi experiencia y en conversaciones con otros docentes, la experiencia práctica y el desempeño académico tienden a tener un peso mayor que la forma en que se haya evaluado al postulante en su examen de grado. Dicho esto, el entrenamiento que implica la preparación del examen oral sí puede aportar competencias relevantes, como la capacidad de expresión clara y estructurada, el pensamiento ágil, la gestión del estrés, habilidades que resultan particularmente valiosas en el ámbito de la litigación. No obstante, en áreas donde la labor del abogado se centra más en la investigación, la asesoría jurídica o la redacción de informes, la oralidad no es un factor tan determinante como el rigor analítico y la solidez argumentativa.
En consecuencia, si bien rendir un examen oral puede representar una ventaja en términos de habilidades comunicativas y manejo de la presión, su impacto en la selección profesional dependerá del perfil de abogado que busque cada empleador y del área específica del derecho en que se desempeñe.
7. Dado su rol fundamental en la preparación del examen de grado como interrogadora y fundadora de Tutorías Alezthier, ¿qué recomendación les daría a los estudiantes que están atravesando este proceso de preparación y rendición de su examen de grado?
El examen de grado de derecho no solo evalúa conocimientos, sino que también pone a prueba la capacidad de argumentación oral y la gestión emocional bajo presión. Como fundadora de tutorías Alezthier y con amplia experiencia como interrogadora, he identificado que una preparación estratégica y guiada marca la diferencia entre un desempeño promedio y uno sobresaliente. Para optimizar este proceso, recomendamos a los estudiantes centrarse en los siguientes pilares fundamentales:
a. El éxito en el examen de grado depende de la constancia y planificación estratégica. Fijar metas semanales claras y cumplir con un régimen de horas de estudio diarias y semanales permite una preparación efectiva y sin acumulaciones de última hora. Un estudiante bien preparado debería dedicar entre 40 y 50 horas semanales, asegurando así una consolidación del conocimiento.
b. Realizar repasos constantes mediante un método de memorización espaciada. Uno de los mayores errores en la preparación del examen de grado es dejar el repaso para las últimas semanas. La memorización espaciada es una técnica clave para consolidar el conocimiento de forma efectiva, ya que permite reforzar la información en intervalos regulares y evitar el olvido progresivo. Aplicar este método con una planificación adecuada facilita la retención a largo plazo y reduce la necesidad de estudiar de manera intensiva en la recta final. En Tutorías Alezthier, enseñamos a los estudiantes cómo distribuir estratégicamente sus repasos para maximizar su aprendizaje.
c. Gestionar el tiempo y el estrés de manera estratégica.
El examen de grado exige resistencia mental y un manejo efectivo del estrés. Es esencial equilibrar el estudio con el descanso, aplicar técnicas de autocontrol y mantener una mentalidad enfocada. Con la guía de un tutor experimentado, los estudiantes aprenden herramientas prácticas para mejorar su concentración, planificar descansos y afrontar el examen con mayor tranquilidad.
d. Recibir retroalimentación.
Muchas veces, el problema no radica en la falta de conocimientos, sino en la forma de expresarlos. Contar con la evaluación constante permite corregir errores, pulir la argumentación y reforzar áreas de mejora antes del examen real.
Una preparación estructurada y planificada marca una diferencia clave en los resultados del examen de grado. Para optimizar el proceso y alcanzar un desempeño sólido, es fundamental establecer un método de estudio claro, fijar metas semanales, realizar repasos constantes, entrenar la argumentación oral en condiciones similares a la evaluación real y asegurar una acumulación progresiva entre 40 y 50 horas de estudio semanales. Seguir estos pasos con disciplina y rigor no solo fortalece el conocimiento, sino que también aumenta la seguridad y la confianza al momento de rendir el examen. La clave del éxito está en la estrategia, la constancia y la gestión eficiente del tiempo.