Artículos de Opinión

Bolivia 2024: la historia de un golpe fallido.

Para un importante sector de la oposición esta asonada golpista (gestada desde el propio gobierno, según Comunidad Ciudadana y otros), termina dándole un respiro a una administración que tendrá la responsabilidad de garantizar en 2025 una transición democrática en medio de una crisis que no parece tener visos de solución en el mediano y corto plazo.

El miércoles 26 de junio un grupo de militares bolivianos, liderados por el ex jefe del Ejército, Juan José Zuñiga, ocuparon la sede del Gobierno en La Paz tras forzar las puertas con un carro militar blindado. Se trataba, como lo han indicado los medios bolivianos, de una intentona golpista impulsada por quien había sido destituido de su cargo de jefe militar asegurando que no permitiría que el ex presidente y líder del Movimiento al Socialismo (MAS) volviera al poder en las Elecciones 2025.

Denunciaron el golpe de Estado

Inmediatamente, el presidente en ejercicio, Luis Arce, denunció “movilizaciones irregulares de algunas unidades militares lideradas por Zuñiga”, para luego hacer un llamado al pueblo boliviano para que defienda el orden democrático y lo ayude a aplacar los apetitos inconstitucionales de cierto sector de las Fuerzas Armadas. En esa línea, también se manifestó el ex presidente Morales quien condenó el golpe y aseguró que los militantes del MAS defenderían en las calles la democracia que tanto les había costado conseguir en las urnas. Luego, en horas de la tarde, el general golpista fue detenido junto a otros 10 militares implicados en el levantamiento fallido. El golpe había fracasado.

Los golpes en Bolivia

Al respecto, pareciera -una vez más- que la historia es cíclica en América Latina, y que las democracias no están libres de asonadas golpistas. Decimos ello pues basta recordar que al Palacio Presidencial de Bolivia, al que Zúñiga y compañía buscaron tomar por asalto, se lo conoce con el nombre de Palacio Quemado. Es una denominación que se debe a un salto que sufrió en 1857 cuando decenas de manifestantes lanzaron antorchas encendidas desde el edificio de la Catedral provocando un gran incendio que inhabilitó la sede de Gobierno. Luego, dicha edificación, ubicada en la Plaza Murillo, fue reconstruida, pero desde entonces ha sido escenario de múltiples movilizaciones, sublevaciones y golpes de Estado que han marco la historia política boliviana.

Una red antidemocrática

Días después de lo sucedido, el ministro de Gobierno de Bolivia, Eduardo del Castillo, señaló que la Policía se encontraba trabajando para desmantelar una “red antidemocrática que intentó quebrar el orden constitucional”. Según refiere el ministro de Estado “no son solo personas militares las que han participado en el golpe fallido sino también personal civil”. En esa misma línea, el ministro de Defensa, Edmundo Novillo, manifestó que “se cuenta con información para desmantelar esta red antidemocrática, formada por un grupo de militares que tuvieron la osadía de intentar tomar el poder por la fuerza de las metralletas”.

La comunidad internacional condenó el golpe

Ahora bien, luego de conocerse el intento de golpe en Bolivia, la comunidad internacional no tardó en pronunciarse sobre el mismo. Así, los países del MERCOSUR hasta el líder del gobierno de España, Pedro Sánchez, condenaron enérgicamente el alzamiento impulsado por Zúñiga.

Por ejemplo, el MERCOSUR calificó el intento de golpe de Estado en Bolivia como una violación de los principios de este bloque comercial, y señaló su pleno respaldo al presidente Arce. Recordemos que el bloque MERCOSUR está compuesto por Uruguay, Paraguay, Brasil y Argentina, y que Bolivia está en camino de acceder a dicha alianza. Por ello, ha sido importante para el gobierno de Arce recibir el apoyo de los referidos países quienes a través de un comunicado conjunto condenaron “cualquier intento de poder que a través de la violencia y de manera inconstitucional atente con la voluntad soberana del pueblo boliviano”. Además, los cancilleres de los respectivos países no solo respaldaron a las instituciones bolivianas sino que se comprometieron a sumar esfuerzos para preservar el mantenimiento de la democracia y la vigencia plena del Estado de Derecho en Bolivia.

En ese mismo sentido se pronunciaron los presidentes sudamericanos Lula (Brasil), Milei (Argentina), Petro (Colombia), Boric (Chile), el presidente López Obrador (México) e incluso, como ya lo anticipamos, Pedro Sánchez, líder del gobierno de España, quien le hizo llegar el apoyo y la solidaridad del Gobierno español al pueblo boliviano, a quien felicitó por mantener “un comportamiento ejemplar en defensa del orden constitucional”, recalcando que en un Estado de Derecho no caben acciones golpistas contra un Gobierno democráticamente elegido por el pueblo”.

Las dudas en torno al golpe

Ahora bien, más allá del respaldo que el gobierno de Arce ha recibido por parte de la comunidad internacional, lo cierto es que en la interna un importante sector de la oposición ha sugerido que lo ocurrido el pasado 26 de junio fue en realidad un “autogolpe” orquestado por el propio presidente Arce con la finalidad de levantar su alicaída popularidad. Así, por ejemplo, la senadora opositora, Andrea Barrientos, representante del partido político Comunidad Ciudadana, afirmó que los hechos fueron parte de un “show burlesco”. Del mismo modo, el diputado opositor, Alejandro Reyes, también del partido político Comunidad Ciudadana, sostuvo que hay indicios de un montaje y posible autogolpe, a fin de “remontar un gobierno moribundo”.

Pero además de ello, lo cierto es que la oposición boliviana, hace ya varios meses, le exige al Gobierno respuestas claras frente a la crisis por la que atraviesa el país. En Bolivia el gobierno -hasta el momento- no ha presentado ningún plan concreto para resolver al problema de la escasez de la gasolina, la subida del dólar, el aumento de la criminalidad, y las denuncias de corrupción que van en ascenso. Por ello, para un importante sector de la oposición esta asonada golpista (gestada desde el propio gobierno, según Comunidad Ciudadana y otros), termina dándole un respiro a una administración que tendrá la responsabilidad de garantizar en 2025 una transición democrática en medio de una crisis que no parece tener visos de solución en el mediano y corto plazo.

Estabilidad y gobernabilidad

Pero lo más preocupante para la estabilidad y gobernabilidad boliviana, ha sido, sin lugar a dudas, las recientes declaraciones del ex presidente Morales, quien sumándose a lo dicho por sus simpatizantes la misma noche de la asonada, ha manifestado que el presidente Arce “le ha engañado y mentido” tanto a la población de su país como al resto del mundo. Dichas declaraciones muestran una fractura política entre Arce y Morales que ensombrece a Bolivia pues es un síntoma inequívoco de las dificultades del MAS para garantizar la estabilidad política que el país necesita.

Sobre este punto, lo cierto es que la fisura entre Arce y Morales inicia en septiembre de 2023, cuando el ex presidente anunció su candidatura presidencial para las Elecciones 2025, oponiéndose abiertamente a Arce, quien había manifestado su deseo de buscar la reelección. Es más, el líder histórico del MAS, acusó al gobierno de Arce de intentar frenar su postulación y amenazó con desatar una convulsión social en Bolivia si es que lo inhabilitan.

Luego, la pugna política se trasladó al Congreso, donde Arce perdió la mayoría debido a la división del MAS. Así, la fractura del bloque oficialista provocó que los parlamentarios del ala “evista” hayan logrado acuerdos con la oposición para frenar las decisiones del Poder Ejecutivo o censurar a ministros, lo que generó la pública molestia del Gobierno, cuyos voceros salieron a los medios a señalar que Morales quería provocar una escenario de crisis estructural con el único fin de acortar el mandato de Arce.

La respuesta del Gobierno

Frente a dichas acusaciones, la ministra de la Presidencia, María Nela Prada, llamó a cerrar filas en defensa de la democracia y le pidió a la oposición no politizar el golpe de Estado fallido. Asimismo, desacreditó a quienes ponen en duda los hechos ocurridos durante el levantamiento en Plaza Murillo indicando que la “oposición y algunos analistas únicamente buscan sacar una pequeña tajada de posicionamiento político”.

Sumándose a lo dicho por la ministra Nela Prada, el propio presidente Arce ha señalado que intereses extranjeros que pretenden apropiarse de las reservas naturales de Bolivia estuvieron detrás del golpe fallido y, con respecto al ex presidente Morales, afirmó que su otrora mentor político “está dispuesto a todo con tal de ser candidato a presidente en 2025 liderando al ala más radical del partido de Gobierno, el MAS”.

Una crisis real

A un año de las Elecciones 2025 en Bolivia, toda esta crisis política ocurre en un momento económicamente muy complejo para el país altiplánico. Durante los últimos meses los bloqueos de carreteras y las manifestaciones han aumentado debido al deterioro de su economía que, contradictoriamente, había destacado dentro de América Latina en los últimos 10 años debido a su crecimiento, estabilidad y capacidad para contener la inflación: el milagro boliviano, le llamaron algunos especialistas.

Sin embargo, este modelo empezó a tambalear cuando en 2023 se inició una grave escasez de dólares y empezaron en las calles largas colas de ciudadanos que intentaban -por todos los medios- conseguir esta divisa. Antes, por ejemplo, uno podía retirar el monto en dólares que quisiera en cualquier entidad bancaria, pero hoy sólo está permitido el retiro de 100 dólares por día. Lo anterior ha dado paso a la creación de un mercado paralelo de dólares y el surgimiento -cuando menos- de 13 tipos de cambio paralelos, entre formales e informales.

Al problema de la escasez de dólares debemos sumarle la caída en el nivel de producción de gas natural que durante varios años le dio cuantiosos ingresos a Bolivia, sobre todo luego de que en 2006 Morales decretara la nacionalización de la explotación de hidrocarburos. Esta situación ha sido catalogada como patética por el propio presidente Arce quien ha señalado -más de una vez- que el problema del diésel se debe a la falta de una política hidrocarburífera clara, que ha hecho que Bolivia pase de ser un país exportador neto de energía a ser un país que importa el 56% de la gasolina y el 86% del diésel que consume. Esta situación es justamente mucho más grave ahora cuando Bolivia no tiene dólares para comprar gasolina y diésel.

Llegar al 2025

Entonces, queda claro que dicha situación ha terminado golpeando duramente la popularidad de Arce, quien ha tenido un descenso en la aprobación ciudadana, según todas las encuestas realizadas desde 2023 (año en el que se llegaron a registrar hasta 200 bloqueos por día). Este escenario puede ser mucho más peligroso para Bolivia si Arce, antes de intentar la reelección presidencial en las Elecciones 2025, no logra resolver los problemas económicos, lo que podría sonar hasta irónico para quien los expertos internacionales llegaron a calificar como “el padre del modelo económico boliviano y el hacedor del milagro altiplánico”. (Santiago, 1 de julio de 2024)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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