Artículos de Opinión

El estrecho de magallanes y nuestras conflictivas relaciones con Argentina.

Argentina, en sus relaciones con Chile, ha actuado tradicionalmente con mala fe, hostilidad, agresividad, prepotencia e ingratitud; demostrando absoluta falta de lealtad y de escrúpulos cuando el interés nacional está por medio, pretendiendo hacer imperar la ley del más fuerte. Utiliza, combinada y alternativamente, la agresividad y la presión con las argucias y halagos.

INTRODUCCIÓN

El caso de la instalación de paneles solares dentro de territorio indiscutiblemente chileno y el reciente impedimento para que transiten por territorio argentino camiones chilenos cargados con alimentos, me ha motivado para transcribir algunos párrafos de mi tesis para optar al grado de magíster en Ciencia Política otorgado por el Instituto de Ciencia Política de la Universidad de Chile, presentada el año 1985 bajo el título La frontera marítima austral: perspectivas de conflicto.[1]

PRETENSIONES ARGENTINAS SOBRE EL ESTRECHO DE MAGALLANES

El reciente incidente limítrofe con Argentina tiene origen en sus ancestrales pretensiones sobre el Estrecho de Magallanes que, supuestamente, quedaron zanjadas con el Tratado de Límites entre Chile y Argentina de 1881 y con el de Paz y Amistad de 1984.

Lamentablemente ello no es así. Pese a que el referido Tratado de 1881 le asignó íntegramente el Estrecho a Chile —tratado que consistió, precisamente, en una transacción en la que  Chile renunciaba a la mayor parte de la Patagonia, a cambio de la totalidad del Estrecho— y a que Argentina no tiene derecho alguno sobre él, persiste en sus pretensiones de controlar la navegación por ese importante paso bioceánico; como lo demuestra la construcción del “Puesto de Vigilancia y Control de Tránsito Marítimo Hito 1” y lo establecido en su Política de Defensa Nacional, actualizada en el año 2021, que se refiere al “control conjunto sobre el Estrecho de Magallanes[2]

Argentina sustenta tal pretensión argumentando que ella es, junto con Chile, corribereña del Estrecho, no obstante que el artículo 10º del Tratado de Paz y Amistad de 1984 establece: “La República Argentina y la República de Chile acuerdan que en el término oriental del Estrecho de Magallanes, determinado por Punta Dungeness en el Norte y Cabo del Espíritu Santo en el Sur, el límite entre sus respectivas soberanías será…”.

Dicho lo anterior, nos parece que la interpretación argentina de ser “corribereña del Estrecho” es absurda y alucinante. ¿Cómo podría serlo, no solo por lo antedicho, sino porque las líneas de costa de Argentina, más allá del término oriental del Estrecho —desde la Punta Dungeness hacia el Cabo Vírgenes (al NE) y desde el Cabo del Espíritu Santo hacia el SE— no enfrentan a otra costa, sino que a un océano?

La persistencia de pretensiones como la antedicha y el incumplimiento de los tratados por parte de Argentina, enturbia nuestras relaciones y constituye una fuente inagotable de futuros conflictos.

NUESTRAS CONFLICTIVAS RELACIONES CON ARGENTINA

A continuación transcribiremos algunos párrafos de mi precitada tesis de grado que explican las razones de nuestras tormentosas relaciones limítrofes con Argentina.

Concepciones geopolíticas argentinas. Conclusiones

El objetivo geopolítico argentino en la región de la frontera marítima austral es la conquista de toda la zona austral de Chile para obtener salida soberana al océano Pacífico y así satisfacer su pretensión bioceánica, poseer el control de los pasos australes, lograr su continuidad territorial y reafirmar sus también pretendidos derechos sobre la Antártica.

El pleito que comenzara con la determinación del eje del canal Beagle y el dominio sobre las islas Picton y Nueva; que luego continuara con las islas ubicadas al sur del Beagle y al oriente del meridiano del Cabo de Hornos; y que posteriormente prosiguiera con la pretensión argentina de poseer derechos sobre la boca oriental del Estrecho de Magallanes y de ejercer jurisdicción sobre sus aguas, constituye solo un trampolín hacia finalidades ulteriores: poseer el dominio de los pasos interoceánicos, ejercer soberanía sobre toda la parte austral del continente y la totalidad del sector antártico reclamado.

Para el logro de sus objetivos geopolíticos Argentina buscará proyectar su influencia y ejercer su poder sobre Chile, prioritariamente mediante mecanismos de integración y persuasión y, secundariamente, aplicando el modelo estratégico de la “amenaza directa” (estrategia de la acción en su modo indirecto y de la disuasión en su modo directo, respectivamente).

Argentina sólo aplicará una “estrategia de la acción en su modo directo” —y afrontará las responsabilidades de una agresión armada a Chile—, cuando lo juzgue absolutamente oportuno y ventajoso.

Argentina continuará provocando incidentes, hasta lograr la totalidad de sus objetivos geopolíticos.

Análisis sociopolítico y sociopsicológico de la conducta de Argentina

Características y regularidades de la conducta política argentina deducidas del análisis de la experiencia histórica son las siguientes:

 La política internacional argentina está dirigida con una gran voluntad y visión geopolítica.

– Ambiciones hegemónicas de Argentina y pretensiones de ser la potencia rectora en Sudamérica.

– Ambición argentina por apoderarse de los territorios australes chilenos y obtener el dominio sin contrapeso en el Cono Sur de América.

– Aun cuando las disposiciones o cláusulas establecidas en acuerdos o tratados estén claras, Argentina las tergiversa, inventa teorías, plantea querellas y crea controversias; ya sea para apoyar sus ambiciones geopolíticas o para justificar sus agresiones.

– Adaptación y utilización del derecho internacional a su conveniencia.

– Alteración o tergiversación de los hechos, e incluso de la geografía, a su favor.

– Continuos pleitos fronterizos y postergación de las posibles soluciones, en espera de circunstancias favorables que le permitan arreglos

– Pretensión de buscar la solución de las controversias con Chile mediante negociaciones directas, las que repetidamente han resultado ser un fracaso.

– Pretensión de imponer una solución política de las controversias.

– Para Argentina los tratados y su concepto jurídico no tienen valor. Por ello no los respeta y no acepta los arreglos jurídicos de las controversias. Evita, por todos los medios a su alcance, arribar a la solución arbitral que contemplan los tratados. En aquellos casos que se ve obligada a hacerlo, no se somete a los fallos resolutivos de los árbitros cuando estima no haber logrado lo que pretendía o que tales fallos afectan su interés nacional.

– Desconocimiento de los preceptos legales y, en general, falta de respeto por la juridicidad.

– Muchas opiniones o recomendaciones de influyentes geopolíticos argentinos son adoptadas, con el correr del tiempo, como posición oficial del Gobierno.

– Un factor predominante de la política internacional argentina es que para ella lo moral es el triunfo de sus pretensiones, no el cumplimiento leal y honrado de los pactos. Para ella el honor nacional está ligado al interés nacional y no al cumplimiento de los compromisos contraídos.

Amistad chileno-argentina

En relación con la supuesta amistad chileno-argentina, puede concluirse lo siguiente:

– En el carácter del argentino predominan la arrogancia, fatuidad, bravuconería, petulancia, prepotencia, teatralidad, desfachatez y megalomanía; además denota cierta volubilidad e incapacidad para establecer relaciones afectivas duraderas, con profundidad de sentimientos. El chileno por el contrario es introvertido, autodisminuído, sencillo, leal, disciplinado y legalista. En las relaciones bilaterales, la actitud argentina es agresiva, altanera, insolente y destemplada; la chilena en cambio es serena, moderada, conciliatoria y contemporizadora.

– Argentina, en sus relaciones con Chile, ha actuado tradicionalmente con mala fe, hostilidad, agresividad, prepotencia e ingratitud; demostrando absoluta falta de lealtad y de escrúpulos cuando el interés nacional está por medio, pretendiendo hacer imperar la ley del más fuerte. Utiliza, combinada y alternativamente, la agresividad y la presión con las argucias y halagos.

– Los diversos gobiernos argentinos han seguido una invariable línea de conducta expansionista a costa de Chile.

– Las concesiones de Chile —territoriales o de otra índole— no han solucionado definitivamente las dificultades sino que, por el contrario, han estimulado las demandas argentinas por nuevas concesiones.

– Las ofensivas político-diplomáticas y las actitudes agresivas argentinas han coincidido, por lo general, con signos de debilidad política, económica o militar por parte de Chile.

– La historia de las relaciones chileno-argentinas registra numerosas oportunidades en que la guerra entre ambas naciones ha estado a punto de estallar.

– Con posterioridad al rechazo del Laudo, Argentina no sólo amenazó explícitamente a Chile con el uso de la fuerza, sino que estuvo realmente dispuesta a utilizarla.

– Argentina da, cada cierto tiempo, golpes de distinto carácter para probar las reacciones chilenas.

– La amistad y fraternidad chileno-argentina ha sido, hasta ahora, un verdadero mito.

Otros resultados de orden sociopsicológico

– Argentina ha demostrado que está dispuesta a recurrir a la agresión armada, como vía válida para satisfacer sus – ambiciones geopolíticas.

– Podría decirse que, en general, la política argentina agresiva contra Chile propiciada por su clase dirigente, no es compartida plenamente por la población ni por todos sus políticos y juristas.

– Un factor que estimula poderosamente a la Argentina para adoptar ante Chile una política agresiva y carente de ética, es su tradicional competencia con Brasil.

– Argentina se mostró irrespetuosa con el Santo Padre en su calidad de mediador.

– Desde un punto de vista sociopsicológico, Chile está virtualmente aislado de sus vecinos. Sin embargo, especialmente con Argentina, hay una historia común, afinidades culturales, relaciones de familia, amistades y simpatías individuales recíprocas, comunidad ideológica y complementación geoeconómica.

– Históricamente, con una regularidad pendular, a cada período o intento de relaciones particularmente estrechas entre Chile y Argentina sucede un distanciamiento cargado de animosidades y recelos.

Conclusiones

El proceso de percepciones chileno-argentino está condicionado principalmente por una relación negativa de componente racional. Dicha percepción negativa responde a intereses geopolítico-utilitarios de carácter permanente, mutuamente excluyentes, que ambos Estados tienen en la zona austral.

Este proceso de percepciones chileno-argentino está también condicionado, secundariamente, por una relación positiva de componente afectiva, la que obedece a factores históricos y socio-culturales comunes y que conlleva actitudes expresivas de valores.

Al estar condicionadas las relaciones chileno-argentinas por una componente racional hay un alto grado de estabilidad de la conducta y, por ende, de predictibilidad en el comportamiento del sistema.

El signo negativo de este proceso de percepciones hace inestables los acuerdos y dificulta el logro de compromisos firmes y duraderos.

Las relaciones chileno-argentinas futuras serán similares a las tradicionales. (Santiago, 24 de junio de 2024)

 

[1] Esta tesis fue publicada durante el año 2019 por la editorial El Roble, como un libro titulado La frontera marítima austral: Una visión sociológica de nuestras conflictivas relaciones con Argentina.

Este libro puede ser bajado, gratuitamente, con el siguiente enlace:

https://unofar.cl/wp-content/uploads/2022/09/La-frontera-maritima-austral-comprimido-1-comprimido-1-2.pdf    (Advertencia: hay dos páginas iniciales en blanco al comienzo).

[2] El párrafo de la Política de Defensa Nacional de Argentina, al que nos referimos, dice: “Uno de los espacios compartidos que resulta fundamental continuar fortaleciendo es el de la exploración, estudio y control conjunto sobre el Estrecho de Magallanes y el Mar de Hoces, espacios estratégicos tanto por su rol como vías navegables naturales entre el océano Atlántico y el océano Pacífico como por constituir puntos privilegiados de acceso al continente antártico”.

 

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  1. A continuación expongo un comentario explicativo sobre mi artículo, que podría ser de interés para los lectores:
    En numerosas ocasiones envío al Diario Constitucional artículos de mi autoría que no están directamente relacionados con el tema constitucional; más bien para conocimiento del editor que con la intención de que sean publicados.
    La publicación de este artículo me sorprendió, especialmente por su estilo tan descarnado y directo, sin eufemismos; diciéndole pan, al pan y vino, al vino; y la verdad sin rodeos y de frente, aunque duela.
    Lo antedicho me recordó lo escrito por Vicente Huidobro en su “Balance patriótico”:
    “Es preciso que se diga de una vez por todas la verdad, es preciso que no vivamos sobre mentiras, ni falsas ilusiones.
    Es un deber, porque sólo sintiendo palpitar la herida podremos corregirnos y salvarnos aún a tiempo y mañana podremos tener hombres y no hombrinos.
    Decir la verdad significa amar a su pueblo y creer que aún puede levantársele y yo adoro a Chile, amo a mi patria desesperadamente, como se ama a una madre que agoniza».
    Complemento lo antedicho con dos anécdotas:
    Mientras estaba escribiendo la tesis de grado mi profesor guía, el doctor en geografía don Hernán Santis Arenas (q.e.p.d.) me comentó: Hace un par de días estaba en una recepción en una embajada, se me acercó el agregado naval de Argentina en Chile y me dijo: «He sabido, profesor, que está dirigiendo una tesis de grado muy interesante».
    Cuando le presenté a don Hernán el borrador final de mi tesis le pregunté: ¿Profesor: debería dejar mi tesis de grado tal como está, porque contiene párrafos muy duros contra Argentina, o le debería suprimir algunos? Me respondió: «Adolfo: todo lo que usted dice en su trabajo de investigación, así como en sus conclusiones, está absolutamente respaldado en el propio texto, en sus cerca de 400 citas y referencias al pie de página y en los innumerables anexos que acompaña, de modo que déjela tal como está».
    Adolfo Paúl Latorre