Artículos de Opinión

La oreja de Trump.

Las repercusiones no se hicieron esperar. La reacción de Trump ensangrentado y desafiante, puño en alto gritando “fight”, confirmó que sin importar los peligros, hasta de su propia vida, es capaz de mantener el control de la situación. Las acusaciones, juicios, falsedades y defectos tantas veces argumentados en su contra, han quedado atrás al menos por ahora. Más algo adicional que puede llegar a ser importante en política: tiene suerte.

Podría ser determinante en la próxima elección a la presidencia de Estados Unidos y mucho más útil que para Van Gogh al cortarse la suya. Salvó providencialmente con un leve movimiento involuntario, segundos antes del disparo a su cabeza de un joven y solitario desadaptado premunido de un rifle de alto calibre, que conocía las armas y entrenaba su uso. Obviamente lo planificó de manera muy distinta. Quería asesinar a Trump e impedir su posible triunfo a la presidencia. Fue al revés. El muerto sería él, y para el colmo, lo potenció para resultar electo. Al no alcanzar su objetivo fracasó en todo, y sus disparos dieron muerte a un inocente espectador por proteger a su familia, e hirieron gravemente a otros dos.

Los cuestionamientos al servicio secreto han aumentado y la directora arriesga su salida. Se desplegó rápidamente, pero sólo después de los disparos. La anticipación fue un desastre y la negligencia total. Muchos asistentes advirtieron y hasta filmaron previamente al atacante. El padre había denunciado que tenía su arma y había desaparecido. La policía local, su fotografía. Habrá una investigación y el caso será largamente analizado por los expertos, sin faltar las teorías conspirativas. Los riesgos en los actos masivos siguen presente, así como la incitación a imitadores perturbados en un país prolíficamente armado, sin olvidar a los consabidos terroristas y extremistas de todo signo, que no han desaparecido y buscan actuar en Estados Unidos.

Las repercusiones no se hicieron esperar. La reacción de Trump ensangrentado y desafiante, puño en alto gritando “fight”, confirmó que sin importar los peligros, hasta de su propia vida, es capaz de mantener el control de la situación. Las acusaciones, juicios, falsedades y defectos tantas veces argumentados en su contra, han quedado atrás al menos por ahora. Más algo adicional que puede llegar a ser importante en política: tiene suerte.

Las comparaciones se han hecho inevitables. En contraste con un Biden frágil, casi siempre despistado, confuso y vacilante, ha quedado claro una vez más. Resurgen los viejos temores de que si es reelegido por cuatro años su salud podrá empeorar, comprometiendo la seguridad del país, un tema que a los norteamericanos importa siempre e inculca desde pequeños.

La Convención Republicana donde Trump no tenía contrincantes, no sólo lo proclamó candidato, sino que lo elevó a la calidad de imbatible. La aclamación de sus partidarios fervorosos ha sido de las más exultantes en la historia del partido. Hasta sus contrincantes lo respaldan y trabajarán en su favor. Convenció a quién era uno de sus críticos con declaraciones hirientes en el pasado. Un adversario arrepentido que lo acompañará como candidato a la Vicepresidencia, el Senador J.D. Vance de Ohio. Un estado considerado decisivo en las elecciones. Joven y dinámico, profesional exitoso de humildes orígenes, y que encarna el consabido “sueño americano”. Asimismo, sale al paso de los que insisten en que Trump es sólo tres años menor que Biden, y que no habría diferencias por edades. Hay una sensación de triunfo avalada por las recientes encuestas.

Un vicepresidente que además, le aporta una innegable proyección hacia una juventud, bastante cansada de los políticos de siempre, que la repetición que los mismos pretendientes de hace cuatro años, Biden y Trump lo demuestra. Sin querer el mismo Biden definió a Vance como “el clon de Trump”, queriendo perjudicarlo. Más bien lo favorece, pues demuestra que habrá un solo criterio compartido sin las fisuras del pasado. Quedó fortalecido y lidera su partido.

Alrededor de Biden se ha creado un clima complicado. Nadie duda de su deterioro, tampoco de su potencial debilidad en los meses que restan de su administración actual, y ni qué decir si obtuviera cuatro años más. Quedó demostrado en el pasado debate nefasto. El problema es que no ha sido capaz de demostrar que lo ha superado y sigue siendo prácticamente el mismo, con el agravante de que cada día podría ser peor. No es un tema de edad solamente. Sus capacidades, que fueron muchas y le permitieron una de las más tempranas, larga y exitosa carrera política, ya no son las mismas. Se ha contagiado con Covid 19 nuevamente, y deslizado sutilmente, que sólo por prescripción médica podría bajar su postulación. Intenta mostrar determinación y control, sin embargo, su persistencia se parece más a un empecinamiento que a una férrea voluntad.

Por sobre lo normal en toda candidatura política, esta vez centrada más en la persona de los postulantes que en su programa, propuestas y ofrecimientos de toda campaña. Han quedado en segundo plano y el electorado, enfocado en las capacidades o carencias de cada uno. Una realidad apreciada en el último debate. No se abordaron los asuntos internos, con sólo algunas preguntas sobre salud, menciones a la migración, y otros temas estatales y asuntos menores. Más bien para acusarse mutuamente que para mostrar propuestas.

Casi nada se dijo sobre los grandes problemas exteriores, sólo breves alusiones a Rusia, China e Israel. De verdad, no nos enteramos de nada que no se supiera de declaraciones previas. Peor aún. No tenemos idea de qué decidirán sobre la relación con las potencias mayores, si vuelven a ser presidentes ni cómo las enfrentaran, ante la cada vez menor influencia de Estados Unidos en las crisis mundiales del momento. Todas sin solución con guerras que se prolongan. Si Trump triunfa, no sería extraño de que se vuelva a una nueva etapa de aislacionismo, preocupado principalmente de los intereses norteamericanos. Es una especulación, pero hay indicios de que podría ocurrir.

No es una buena noticia para nadie, salvo esas breves menciones al resto del mundo que desapareció. Ningún otro país ha sido mencionado y ninguna región. Latinoamérica, simplemente no existe. Aunque no sea un problema cualquiera la creciente migración a Estados Unidos, que ni los muros ni otras medidas han logrado controlar o evitar. Aumenta cada vez más pese a los peligros y mafias que los guían, con oleadas de diferentes países que intentan llegar.

Se intenta un clima político diferente con los llamamientos a la unidad y una mejor relación entre los dos partidos, así como entre ambos candidatos. Lo propuso Biden y Trump se ha mostrado más contenido en sus usuales y agresivas retóricas verbales, incluso en el discurso de aceptación en la larga y reciente convención republicana. Es imposible anticipar si esta mejor disposición se mantendrá hasta un nuevo debate, o para la elección del 5 de noviembre. Tampoco se puede asegurar si Biden continuará siendo el elegido de los demócratas. Todo seguirá condicionado a su propio estado de salud, como a los aportes siempre decisivos a la candidatura. Y por qué no, a hechos imprevistos, errores, o nuevas debilidades que muestre. (Santiago, 20 de julio 2024)

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  1. Aunque ya Biden quedó fuera de la carrera, esta interesante columna mantiene su actualidad, especialmente en relación a la dupla Trump-Vance.