La Constitución Política de una nación democrática deber ser: CLARA, BREVE y CONCISA. Debe ser comprendida por cualquiera persona que sepa leer, es decir, que entienda lo que lea.
Una Constitución, para estar al alcance y comprensión de cualquiera persona, no debiera extenderse más allá de tres carillas para hacer atractiva la idea de leerla y sentirla como propia.
No existe mayor aberración que una Carta Fundamental escrita en lenguaje académico, difícil de comprender por el ciudadano corriente pues para él se escribe la Constitución, de modo que la entienda en su lenguaje habitual y la comprenda a la primera lectura, y así pueda aplicarla en su vida cotidiana sin ninguna dificultad.
Las Constituciones se redactan para ser vividas sin vacilaciones por cualquier ciudadano; pues no son obras académicas para ser guardadas, sino la motivación de la existencia normal de toda persona que tenga conocimiento de su papel protagónico en la vida diaria de la comunidad humana en que le toca vivir.
No hay cosa más absurda que esas Constituciones que requieren de un diccionario para ser comprendidas y que, por no poder entenderlas, son guardadas sin siquiera haberlas leído.
La Constitución debe ser el relato anticipado de personas acostumbradas a la vida en comunidad, y que enseñe a los ciudadanos la mejor manera de comportarse y de vivir en armonía con sus vecinos, haciendo agradable y provechosa la convivencia comunitaria.
Esta es, en apretado resumen, mi idea personal de una verdadera Constitución, hecha para vivirla y no para guardarla por no entenderla ni sentirse atraído por ella.
(Santiago, 3 de enero 2023)
Es una visión excelente, para quienes no somos letrados. (Técnico de Nivel Superior)
De igual forma debería revisarse el Acordado de la CS, respecto de la interpretación de los Recursos de Protección.
Del mismo modo deberíamos considerar un TC potente, sin intervención política, en sus nominaciones.
Con dos carillas basta.