Columnistas
Armando Dorante
Los derechos humanos (DD.HH) deben considerarse derechos universales para todas las personas, sin distingo de ningún tipo. Pero en la práctica, son los derechos de algunas personas, según la ideología y los intereses de quien ostente el poder del Estado.
Los DD. HH. su respeto y garantías, las libertades y la democracia, están cambiando progresivamente en disonancia con lo que han sido y son. Es evidente que, están mutando, en detrimento de los pueblos y a favor de ideologías autoritarias opresoras de estos.
¿Dónde está el feminismo?
Las Damas de Blanco de Cuba, María Corina Machado y Rocío San Miguel de Venezuela, mujeres víctimas del abuso del poder del Estado, de la violencia institucional, del maltrato y de la violencia de género. Bajo la mirada indiferente y la ignorancia selectiva del feminismo antipatriarcado, cuya voz no se hace escuchar, por considerar que si una mujer no es de su ideología, no merece respeto ni defensa.
Inhabilitaciones políticas en Venezuela.
10 millones de electores en miras de ser impedidos arbitrariamente de su derecho a sufragar. Todos los venezolanos mayores de edad, con cédula de identidad, que no estén sujetos a inhabilitación política tienen derecho a inscribirse y actualizar datos en el RE; y a votar dentro y fuera de Venezuela.
Fiscalización del tránsito terrestre y las actuaciones arbitrarias en sus procedimientos.
Estos fiscalizadores intimidan, amenazan, maltratan y presionan al conductor y a sus acompañantes obligándolas a confesar lo que por sus propios medios y ajustados a la ley no puede obtener.
La apología a la violencia como estructura social.
En manos de líderes negativos se decide o decidirá el futuro de Chile.
El escenario político actual en Chile es un Déjà vu para los venezolanos. No se diferencia en lo absoluto del Proceso Revolucionario del Socialismo del Siglo XXI impuesto en Venezuela que los obligó a exiliarse.
La única diferencia palpable entre estos promotores de cambios en los dos países es que, en Venezuela la intolerancia y el odio contra quien piense distinto no se transmitió de generación en generación sino que, llegó con el socialismo.
La legítima defensa como despido injustificado.
El poder disciplinario del empleador no es un poder absoluto ya que tiene límites, restricciones y requisitos y no está por encima de ningún ordenamiento jurídico.