Las series han cambiado y nos muestran una forma de hacer política más cruda, no sé si más real. Ya no prima tanto el «buenismo de los personajes» que encarnaban el presidente Bartlet y su equipo en El ala oeste de la casa Blanca, donde la ética y la moral eran intachables, como una especie de cruzada contra el mal. Sus guionistas resaltaban el idealismo, el sentido del deber, de los límites del poder y, sobre todo, del trabajo en equipo. Algo que también se refleja en Borgen, aunque de forma más real, más cruda.
5 de mayo de 2024