El derecho a la vivienda digna es una prerrogativa de la que gozan todas las personas por lo que el Estado está obligado a garantizar las condiciones necesarias para hacerlo efectivo.
El tratamiento inadecuado de aguas servidas, en zonas residenciales, vulnera los derechos a la salud, a una vivienda digna, a la integridad física, a la intimidad y a la vida.