Los demandantes alegan que los planes climáticos de Corea del Sur no son adecuados para mantener el aumento de la temperatura mundial por debajo de 1,5 grados Celsius con respecto a los niveles «preindustriales», lo que a su juicio vulnera sus derechos fundamentales.
La sentencia se impuso en aplicación de una ley surcoreana que prohíbe expresar elogios públicos a Corea del Norte. Este no es el primer encuentro del hombre con la justicia por este motivo, ya que previamente estuvo encarcelado durante 10 meses por el mismo delito.
Corea del Sur mantiene la pena de muerte, aunque no ha llevado a cabo ejecuciones desde 1997. Este caso destaca la intersección entre la obsesión por el crimen mediático y la realidad, generando preocupaciones sobre la regulación y el impacto de contenidos violentos en la sociedad.
Entre otras cosas, se determinó que se había coludido con una amiga de infancia, Choi Soon sil, para presionar a conglomerados como Samsung y la cadena minorista Lotte, para que donara millones de dólares a fundaciones dirigidas por Choi.
