
Es un supuesto cargado de violencia pues la intromisión en un área tan íntima como la aquí tratada es elocuente para catalogarlo como violencia de género. A ello se agrega que la víctima es una mujer que convivía con su hija menor de edad en el inmueble invadido y que el agresor era, en aquel momento, el esposo de la locadora, circunstancia que lo colocaba en una situación de poder respecto de la inquilina.